viernes, 28 de diciembre de 2018










Discusión del caso clínico de Flora Salem
El texto que vamos a discutir es el artículo de Flora Salem, "¿Inhibición, síntoma y angustia?", que fuera presentado en las jornadas por los 30 años de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, disponible originalmente en 
Veamos cómo ordena Flora Salem, "conceptualmente", este caso.
"La ausencia de una mirada materna que pudiera biendecir aquello que no se reflejaba en el espejo de su deseo" dejó abonado el terreno para la "constitución de un ideal del yo extremadamente rígido" que explicaría sus "dificultades laborales o de lazo social". Como "no puede responder al ideal de perfección, o se enamora y no es el varoncito que deseaba su madre, el superyo se hace mas cruel y exigente y la lleva a identificarse a un desecho que debe tirarse por la ventana". La hipótesis estructural de la autora es "la existencia de un déficit en la constitución de un imaginario corporal a partir del cual poder verse bella fuerte y valiosa". El "tipo" de angustia en juego, de "naturaleza automática", sería el índice de esta "conmoción de la estructura narcisista".
Consecuentemente, la dirección de la cura ha consistido en
  • - "dimensionar lo traumático que debía haber sido para ella, niña de tres años, perder a su padre y soportar el desinterés de su madre". Concordantemente, la analista "interpreta" el sueño como un "quedar sin piso ni paredes" y se ocupó "especialmente de provocar en C. una mirada amable hacia esta niñita sola que era ella" (subrayados mios)
  • "situar la crueldad de su abuelo y tías cuando ella no respondía al ideal de mujer de la familia, y la crueldad de su madre siendo indiferente a estos abusos" (subrayados mios)
  • "legitimarle su derecho a gozar con lo que quisiera" (subrayados mios)
Es decir, un proceso de "reparación" de un narcisismo herido por una serie de tratos "crueles".
Aún manteniendonos dentro de este contexto "conceptual", podríamos formular algunas preguntas. Por ejemplo:
  • ¿en qué quedamos: la "depresión" de la madre se produce cuando la paciente tenía 3 años, por la muerte del padre (tal como se indica en la primera página del texto), o al nacer la paciente, por la "frustración" de tener de una hija mujer (como se indica en la tercera página del texto, a modo de justificacion de la hipótesis estructural del "déficit" en la constitución del imaginario corporal)? Esta contradicción es grave, ya que el tiempo y motivo de la "depresión" de la madre orientaría el deseo de la paciente de modos completamente diferentes.
  • si nos atenemos a la teoría freudiana, el Ideal se formaría a partir de la introyección de objetos de amor resignados; por lo tanto cabe preguntarse cómo se inscribieron las exigencias del abuelo materno en ese Ideal del yo severo: ¿como relevo o sustituto de introyecciones previas, por ejemplo, de la resignación de la madre como objeto de amor? Pero, en ese caso, ¿cómo pasamos de la preferencia por el varón a las exigencias respecto de un "ideal de mujer", supuestamente de la "familia", pero en ningún momento explicitado en el artículo?
Pero creo que la discusión principal se ordena a partir del párrafo donde la autora atribuye sus referencias "conceptuales" a .... Lacan !!!
Transcribo todo el párrafo en cuestión:
A partir de lo expuesto, ¿cómo pensar la sintomatología que lleva a C. al análisis? Se trata de una inhibición que, como dice Lacan, no afecta a una función sino a un sujeto. Al respecto dira "estar impedido es un síntoma e inhibido un síntoma puesto en el museo….del lado de la etimología, de ella me sirvo cuando me sirve, también impedicare quiere decir, tomado en la trampa….en la trampa del narcisismo. Reza el mandato superyoico". Asi como tu padre debes ser, así como tu padre no debes ser" Este mandato si no es proferido desde una vertiente amorosa, que lo vacíe de severidad y rigor, ocasiona como en el presente caso, la constitución de un superyo identificado a la crueldad de la que fue objeto el infans respondiendo con severidad y crueldad cada vez que las conductas del sujeto no se correspondan con el ideal. Esta es la trampa del narcisismo propuesta por Lacan.
(las negritas son mías, las itálicas siguen el entrecomillado planteado por la autora)
Aunque podamos atribuir muchos problemas de este párrafo al descuido con que se suele tratar las formas en muchas publicaciones en internet (por ejemplo, es evidente que la frase "Reza el mandato superyoico" está por fuera del entrecomillado del texto que lo precede, y que la cita de Lacan termina ahí), no será en vano detenerse en algunos puntos.
Veamos cómo la autora cita a Lacan: "estar impedido es un síntoma e inhibido un síntoma puesto en el museo….del lado de la etimología, de ella me sirvo cuando me sirve, también impedicare quiere decir, tomado en la trampa….en la trampa del narcisismo".
No hay ninguna indicación sobre el origen de esta cita. Probablemente ello se deba a que el texto estaba preparado para ser leido en unas jornadas, y no se cuidaron las formas cuando devino "artículo" en el sitio web de la EFBA. Pero como la cita es "conocida", podemos encargarnos nosotros mismos de ubicarla.
El comienzo de la misma ("estar impedido es un síntoma e inhibido un síntoma puesto en el museo") se encuentra al final de la página 18 de la edición Paidos del seminario 10 sobre la angustia. Lo que sigue a los puntos suspensivos, en cambio, ya es una versión "libre" de cómo prosigue la cita realmente. Por ejemplo, no existe "del lado de la etimología", pero si "de ella me sirvo cuando me sirve" y, con pequeñas variaciones, también encontramos la referencia a "impedicare": "Impedicare quiere decir caer en la trampa" (todo esto se encuentra en los últimos 4 renglones de la página 18 de la edición Paidos).
En cambio ya no encontraremos "la trampa del narcisismo" como expresión en este fragmento (incluso sesión) del seminario de Lacan. La cita correcta es la siguiente: "la trampa en cuestión es la captura narcisista" (que se encuentra al comienzo del segundo párrafo de la página 19 de Paidos). Y esta diferencia termina de convertirse en el punto crucial cuando Flora Salem vuelve a insistir con esa expresión, para, por un lado, atribuirsela a Lacan: "la trampa del narcisismo propuesta por Lacan" (subrayado mío), y por el otro, aclarar que esta "trampa del narcisismo" consistiría en la constitución de "un superyó identificado a la crueldad de la que fue objeto el infans", que respondería "con severidad y crueldad cada vez que las conductas del sujeto no se correspondan con el ideal".
Muy por el contrario, lo que Lacan anticipa en estos fragmentos de la primera sesión (del 14 de noviembre de 1962) del seminario sobre la angustia, es la caducidad de las referencias al esquema óptico (es decir, lo que le permitía ordenar hasta entonces las relaciones entre el Ideal del yo y el yo ideal en función del Otro, es decir, las relaciones entre lo imaginario y lo simbólico) para abordar los problemas de la angustia. Por eso, no habla de "trampa del narcisismo" (que podría ser una expresión acorde a las referencias al estadio del espejo y el "engaño" de la imagen especular), sino del problema de la "captura narcisista".
¿Qué problema presenta esta "captura narcisista"?.
Lacan pide que recuerden "lo que articulé en último término sobre el límite muy preciso que introduce la captura narcisista en cuanto a lo que puede investirse en el objeto, en la medida en que el falo, por su parte, permanece investido autoreróticamente. La fractura que de ello resulta en la imagen especular será propiamente lo que da su soporte y su material a esta articulación significante que, el otro plano, simbólico, se llama castración" (página 19 de la edición Paidos) (subrayado mío).
Esta es la "trampa": que en el lugar de la imagen hay una fractura debido a que allí hay una falta, que se corresponde con el límite al investimento autoerótico del falo. Esta "trampa" será analizada más detenidamente por Lacan en las sesiones sucesivas (aunque también es un tema que ya ha planteado en las últimas sesiones del seminario 8 sobre la transferencia. Ver al respecto las
notas y comentarios sobre el esquema óptico y el esquema N, y el problema de la inclusión del falo y el objeto a en el registro especular)
Por lo tanto, es un completo despropósito asignar a Lacan el paquete "conceptual" con el cual Flora Salem pretende ordenar el caso.
La sola presencia de expresiones como "déficit en la constitución del imaginario corporal" ya nos alertaría sobre la orientación típicamente postfreudiana del razonamiento de la autora. Siguiendo esta lógica, ¿cómo podríamos solucionar un problema de "déficit" si no es por la vía de algún "suplemento" o proceso "reparador"? Justamente, esa es la vía que sigue Flora Salem con su preocupación por "provocar una mirada amable" sobre el sujeto, o la "legitimación" que pretender otorgarle a la paciente a su "derecho a gozar". Esta es, justamente, la vía de los empantamientos imaginarios por los que el analista viene a ofrecer sus propios ideales como alternativa amorosa a la severidad del superyó y como vía reparadora para el narcisismo herido del paciente.
Este aplastamiento sobre el eje imaginario se evidencia también en las "interpretaciones" de sueño y del juego con la echarpe.
  • En el caso del sueño, y sin aportar ninguna de las asociaciones que participaron del trabajo interpretativo, las "paredes" y "piso" son reducidos a componentes de una espacialidad imaginaria, al tiempo que la "puerta" , a pesar de ser el elemento mas pregnante del sueño, es descartada sin explicaciones ni comentarios (1)
  • En cuanto al juego con la echarpe en torno a su cuello, es pensado como una "reproducción" de la doble circular del cordón umbilical que habría "traumatizado", realmente, su nacimiento, y presentando dicho juego como un no haberse "liberado del cordón". ¿Significa esto que todo debería reconducirse al trauma inicial del nacimiento? (parece que la autora no distingue la noción de "repetición" en psicoanálisis de la mera "reproducción" imaginaria de escenas) ¿Qué quiere decir no haberse "liberado del cordón"? ¿Es la tarea del analista "liberarla del cordón"? ¿Cómo se haría eso? ¿Ofreciendo a la paciente el "ideal de mujer" de la analista? (2)
Muy contrariamente a todo esto, lo que Lacan viene a subrayar, tanto en la cita en cuestión como en todo este seminario sobre la angustia, es que lo que aparece como falta en lo imaginario, es algo estructural y propio de la "captura narcisista" del objeto, es la vía por la que la castración, el (-j), se hace presente como falta en la imagen. Pero lo que hay que entender en esto es que no hay imagen de esa falta, y que "la angustia surge cuando un mecanismo hace aparecer algo en (...) el lugar del (-j)". Cuando algo aparece ahí, y surge la angustia, "es que la falta viene a faltar" (sesión del 28 de noviembre 1962, página 52 de la edición Paidos). Justamente, las primeras sesiones del seminario sobre la angustia están dedicadas a analizar, por la vía de la fenomenología de la angustia, esta intrusión de lo no visible (en sus dos dimensiones, la del (-j), y la del objeto a) en el registro imaginario.
Si hay algo absolutamente ausente en el texto de Flora Salem, es cualquier referencia a la castración (algo bien típico también de las teorizaciones postfreudianas donde todo termina siendo reducido a problemas o insuficiencias en el desarrollo del yo). Consecuentemente, el derrape en la consideración de la angustia, evidencia que la prioridad asignada al carácter "automático" refleja mas las dificultades para ubicar sus coordenadas respecto al deseo del Otro que alguna precisión clínica en el caso.
No es de extrañar que todas las posibles referencias al deseo del Otro pierdan su valor clínico en relación a la angustia y la posición del sujeto. El deseo de un varón por parte de la madre y el supuesto "ideal de mujer" del abuelo materno son degradados a meros puntos de exigencia del superyó (todo es un problema de desamores que dañan la autoestima). El duelo de la madre por el padre es, primero, reducido a un episodio depresivo, y luego borrado por el supuesto deseo de un varón, y los reproches de la paciente (volcados hacia si misma) son tratados como un "proceso melancólico", sin precisar en ningún momento el estatuto del objeto en juego en cada caso ni la relación entre una situación y la otra. Hasta la efectividad de las intervenciones del "pará" son pensados en términos amorosos o reparadores (cuidados hacia la paciente) sin posibilidad de asociarlas a la reacción de la abuela materna ante la "depresión" de la madre (reacción que por mas consecuencias que haya tenido en términos de "cuidados", viene a señalar, principalmente, relaciones de deseo). Y las pocas referencias a un eventual duelo irrealizado respecto del padre (cuestión no solo ignorada por la analista, sino "anulada" en el texto por el cambio sobre el tiempo y razones de la "depresión" de la madre) quedan aplastadas bajo la "legitimación" de un "derecho a gozar" (¿desde donde el analista pueve venir a "legitimar" algún "derecho a gozar"?).

Consecuentemente, la inhibición es presentada como una defensa contrafóbica (tan típicamente postfreudiana) destinada a "evitar un estado angustioso, proferido por el hostigamiento del superyó".
Esta problemática de la producción de angustia ante la amenaza de pérdida de amor por parte del superyó es una de las instancias de la serie establecida por Freud en "Inhibición, síntoma y angustia" entre pérdida de objeto y angustia. Pero, justamente, aquí también Lacan es preciso al señalar que "la angustia no es la señal de una falta, sino de algo que es preciso concebir en un nivel redoblado, como la carencia del apoyo que aporta la falta" (subrayado mío, sesión del 5 de diciembre de 1962, página 64 de la edición Paidos), es decir, cuando "la falta viene a faltar". Lacan recorre entonces esa serie establecida por Freud para subrayar, por ejemplo, que "no es la nostalgia del seno materno lo que engendra angustia, sino su inminencia". Y llegado a la instancia final de la serie, "la del amor del superyó, con todo lo que se supone que comporta en la vía llamada del fracaso", pregunta: "¿Que significa esto, sino que lo temido es el éxito?. Siempre se trata del eso no falta" (subrayado de Lacan, página 64 de la edición Paidos).

Si volvieramos con estos elementos al caso clínico, lo que habría que pensar respecto de la "circunstancia" en que "la angustia la desbordaba", a saber, la demora en la entrega de las conclusiones de su investigación, es que no se trata de reparar ningún déficit de autoestima sino de articular lo que sería su temor al éxito, es decir, ubicar las coordenadas en que, de un modo redoblado, la falta vendría a faltar. Justamente, si quisieramos pensar la inhibición como defensa, solo podría serlo en el sentido en que la falta imaginaria, la castración del sujeto, viene a funcionar como garante de la función del Otro, es decir, a asegurarse la falta en el Otro. Intervenir en el sentido de una reparación del narcisismo no puede sino acentuar la nesciencia en la que se encuentra el sujeto en cuanto a su relación con el deseo del Otro.
Puede apreciarse, entonces, el sin sentido de ese "final" del texto donde se dice que la angustia "señaliza si relizar intervenciones en lo real, lo imaginario y simbólico, en función de la conmoción de la estructura narcisista de cada uno de los momentos del análisis", ya que lo único que habilita este descuartizamiento frankestiano de las relaciones entre los tres registros es la común medida de la "conmoción de la estructura narcisista" que, según la autora, no faltaría en ningún momento del análisis.
Tenemos aquí un buen ejemplo de hasta donde puede llegar, en términos de consecuencias, la ausencia de precisión en una cuestión aparentemente formal como es el entrecomillado y las correspondientes referencias de una cita. A veces eso puede deberse a simples "desprolijidades". Pero en este caso ponen de manifiesto que cuando no se establece claramente que dijo otro (para el caso, Lacan), mal se puede saber, no solo qué se está diciendo, sino quien lo ha dicho. En este caso, como Flora Salem no sabe lo que dijo Lacan, le resulta imposible saber quien dijo lo que ella cree saber. Desde ese gran malentendido repite viejos conceptos y errores típicamente postfreudianos, "creyendo" que se trata de teoría lacaniana.
Quizás no sea casual el estatuto de "aforismo" que le atribuye a la cita de Lacan de "Función y campo ...", en el comienzo del articulo. Los aforismos son sentencias breves y doctrinales que se proponen como regla de conducta, y el problema que generan es que tienden a relegar el ejercicio de lectura (quizás por eso no hubo preocupación por dar precisiones sobre el origen de la cita) y fomentan la dimensión interpretativa, es decir, caprichosa, con que se abordan o interpretan. Si en vez de tomar las citas del seminario sobre la angustia como "aforismos", la autora se hubiese detenido a leer dicho seminario, habría podido, por lo menos, precisar las diferencias "conceptuales" entre lo que dice Lacan y lo que ella hace.
Si me detengo sobre esto de los aforismos es porque, justamente, creo que existe cierta tendencia, en algunos ámbitos analíticos, a reducir los matemas y fórmulas de Lacan (desde "la mujer no existe" a los ejemplos propios de este caso, como "la inhibición es un síntoma en el museo") a un conjunto de "aforismos" tratados de ese modo, es decir, despojados de su rigor lógico y degradados al rango de "consignas" identificatorias y aromáticas, a las que se acude, cada tanto, cual un condimento culinario (3)

Notas
(1) Lanzados, como la autora, a una completa especulación, podríamos preguntarnos porqué no asociar ese caracter "difuso" de las pareces y piso de la habitación del sueño a esa espacialidad también difusa o sin límites de la estepa rusa, y porqué no asociar la puerta a esa lápida o seña que falta en esa estepa para ubicar con mas precisión el lugar de entierro del padre.
(2) En ningún momento del texto se aclara cual sería el "ideal de mujer" que el abuelo habría exigido, ni se indica en qué aspecto, o cómo, ella no podría cumplirlo; por lo que no parece descabellado atribuir esa referencia a las preocupaciones de la analista antes que a las de la paciente
(3) Podría ser interesante analizar en qué casos Lacan trato algunas de sus fórmulas como aforismos. En este mismo seminario sobre la angustia, tenemos dos casos: en el comienzo de la sesión del 16 de enero de 1963 considera como aforismo a la fórmula "la angustia no es sin objeto", y mas adelante, en la sesión del 13 de marzo de 1963, también considera como aforismo su fórmula "solo el amor permite al goce condescender al deseo" (allí dice que "lo único que distingue al aforismo del desarrollo doctrinario es que renuncia al orden preconcebido"). Hay otros casos en otros seminarios.
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LA FALTA DE LA FALTA



¿QUÉ ES LA FALTA DE LA FALTA?
La angustia nunca es lo que parece. Uno de los pacientes de Freud, conocido como el hombre de los lobos, describió la angustia insoportable que experimentó  de niño al ver una mariposa moviendo las  alas. Por supuesto,  no sufría ninguna amenaza física por parte del insecto. El movimiento,  lo atraía por su significado más que enigmático  para él.  ¿Iba a ser devorado por ella como una mantis religiosa? No era la mariposa la causa de su angustia. Su angustia, no tenía otra causa que la angustia misma, que dividía al mundo entre lo familiar y lo desconocido, y que recortaba,  en lo conocido, algo que le impedía saber.  (Antoni Vincens en  La Vanguardia)

“...y recortaba en lo conocido  algo que le impedía saber”….  Vamos a tratar de desarrollar al hilo de este párrafo la diferencia  entre el origen de la angustia - como la explicaba Freud -  y el origen de la angustia -  tal como lo explica Lacan.  Para Freud, la angustia, tiene que ver  con la falta;  algo nos falta y nos angustiamos.    Para Lacan,  tiene que ver con algo que no hemos dado por perdido, a lo que no renunciamos;  algo, que no hemos aceptado como imposible.

Tomemos el niño del caso freudiano: Lo podíamos pensar inmerso en  una indiferenciación, inmerso en lo familiar.   Algo viene  a perturbar  esa homeostasis. Una percepción que se presenta  como extraña, angustiante por  inasimilable para el juicio, y  que, en las asociaciones que surgen en su análisis la relacionará  con  abrir las piernas  las mujeres. Del “todo tiene pene”  a la confrontación con el “no hay”. ¿Y qué es lo que  no hay? No hay  complementariedad,  no todo es previsible,  no hay un solo sexo,  no hay seguridad  en nada; no hay un Otro  que nos proteja de la propia vida,  sus incertidumbres y sus certidumbres.  

El punto de vista de Lacan, aunque parece el contrario, no  lo es tanto.  Asumir la castración  supone reconocer imposibles – imposible  soslayar la muerte, imposible  que exista una relación  de complementariedad  entre el  hombre y la  mujer, imposible la seguridad ante la enfermedad,  la vejez,  la escasez  etc.   – y  la angustia aparece cuando una pérdida nos presentifica eso, cuando como al niño de la mariposa,  una percepción  cualquiera  -  que puede haber estado presente pero  “ignorada”  hasta entonces – nos confronta con ese “no hay”.  Pero más   en particular aparece  cuando sostenemos  imaginariamente, con cualquier   argumento,  incluso con una tensión corporal,  o de forma más o menos alucinatoria  un  “esto no puede estar pasando”  Por  tanto no sería  exactamente la falta lo que nos produce angustia - que también - sino la negación de esa falta. Falta la falta, dice Lacan.  Dicho en términos más freudianos ;  la negación de la castración.

 En occidente, el cientifismo y su discurso, que prometía la felicidad y la  eliminación de la falta,  se nos  derrumba;  aunque en su  teoría lo sigan  prometiendo.   Las  religiones,  también lo prometen, pero en el más allá.  El cientifismo,  deja al sujeto más vulnerable frente a la angustia (lo cual no quiere decir que la solución esté en  las religiones).  Mas vulnerable, porque prometer la felicidad en la tierra,  conlleva inevitablemente que llegue  el momento de  la  sorpresa angustiosa; la mariposa del hombre de los lobos.
El psicoanálisis sabe bien, que la castración no termina de asumirse nunca, y que por ello,  una dosis de angustia  forma parte del vivir; nos angustiamos porque estamos vivos.  Pero ¿Cómo afrontarla?

Tanto Freud como Lacan,  toman en cuenta otro modo de la angustia; la angustia-señal  que hace signo de un peligro. 

Hay  que diferenciar,  la angustia señal de la invasión,  de lo que Freud llama susto.  Es susto,  se experimenta cuando no funciona la angustia como señal, es decir,  que no funciona la pantalla del fantasma que vela lo real. Con la angustia señal,  el yo se anticipa al peligro. El síntoma,  puede ser creado para  evitar la angustia.  Freud,  plantea muy pronto en “El proyecto” , el desvalimiento por la proximidad de la Cosa de la que nada puede ser dicho (lo inasimilable para el juicio) Algo debe de intervenir para que haya  qué hacer respecto de este desvalimiento inicial. (Deborah Freischer,  en Virtualia nº 10)

La situación de peligro, es la situación de desvalimiento que está en el recuerdo. El yo, que vivenció pasivamente ese desvalimiento,  “repite”  ahora de manera activa, una reproducción aminorada con la esperanza  de poder manejarlo de otro modo.   El peligro de desvalimiento psíquico  está ligado a  la inmadurez del yo.  La angustia  señal en el yo, nos avisa  del peligro de ser tomado como objeto por el Otro; de ser objeto del goce del Otro. 

En la psicosis, no se dispone de una instancia psíquica que permita  el desarrollo de la  angustia señal,  y cada sujeto, tiene que  construirse una original a su medida, un “Yo soy………”

En la neurosis, la pantomima  de cada cual que es  el fantasma, permite esa reproducción aminorada (nos lo ilustra bien Mauricio Tarrab, con su vivir para “dar aliento al Otro”)  Dar aliento al Otro fue la pantalla  que le permitió, durante su vida, no sentirse a merced de ese Otro, le permitió pasar de objeto a sujeto, aunque sujeto a dar aliento al  padre y a todos sus representantes: “Yo soy el que da aliento”.   Pero  también  puede suceder un atravesamiento salvaje del fantasma  que coloca a ese sujeto a merced del Otro.
Desde esta perspectiva  ¿Cómo podríamos entender lo que ha sucedido en nuestra sociedad en los últimos tiempos? El discurso capitalista moderno propició una inmadurez del yo,  dificultando   con ello,  el desarrollo de la angustia señal que hubiera permitido no estar  tan confiados  quedando a merced del Otro;  del  Otro  banquero  por ejemplo.   El discurso capitalista,  que nos propició pensar  que todo era familiar y confiable,  y ahora nos encontramos  como  el hombre de los lobos:  angustiados ante  el batir de las alas de la mariposa,  o  dicho de otra manera,  ante lo real  sin velo. 

¿Qué podemos esperar?  Cuando la angustia desborda,  aparecen los ataques de pánico  con los pasajes al acto  o los síntomas. Los síntomas, son construcciones  psíquicas  que sirven para amarrar  la angustia  a lo simbólico. Son invenciones  que  conllevan una aceptación de la castración, es decir, de los imposibles.  Permiten  continuar  viviendo  sin negar la angustia  de estar vivo pero  volviendo la falta soportable.  Vamos a necesitar inventos. Un psicoanálisis, permite  a  cada sujeto inventar su síntoma; su sinthome.   
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  1. Presentación del libro "La Pérdida de lo Humano", por Lierni Irizar

     Como nos recuerda Lierni, Ortega y Gasset  decía que el  ser humano es un ser venido al mundo sin consentimiento previo y sin manual,  con la irremediable responsabilidad de realizar la propia vida. 

    El libro de Lierni plantea la tesis de que es la pérdida, lo que nos constituye como sujetos.  Humanizarse implica perder algo

    El lenguaje humano, es un lenguaje articulado que  introduce un vacío. Este vacío es vivido por nosotros  como si nos quitaran algo

    En el lenguaje humano el  sentido siempre se  fuga, se escapa  y por eso no hay palabra completa que lo diga todo , no hay literalidad.   

    La significación se desliza de un significante a otro. Para definir una palabra  tenemos que ir al diccionario, que nos lo explica con otras palabras. 

    Esto vuelve imposible nombrar nuestro ser.  No hay palabras  que nos contesten  a la pregunta  ¿Qué soy yo?  No nos queda más remedio que convivir con la incertidumbre. Tampoco  hay respuestas a las preguntas existenciales. De dónde venimos, a donde vamos, qué hacemos aquí….son incontestables

    A partir de esta realidad, cada ser hablante tiene que construirse su propio  punto de anclaje, un punto de capitón  que le permita mantener la significación estable; al menos lo suficiente para medio entendernos.  
    Dicho de otra manera, tiene que construirse  una idea de si mismo, con la que funcionar. 

    Esto no es fácil de soportar, pues introduce para el humano una falta  doble. Una falta en el saber y  también una falta en el gozar. 

    No se puede saber todo; debemos de convivir con preguntas  sin respuesta. Nunca terminamos de saber si lo hemos hecho bien con nuestros hijos, nuestros padres, nuestras parejas 

    Además  no hay goce absoluto; no existe la  satisfacción completa.  Eso produce la ilusión de que la satisfacción la tiene el otro, el balón del otro siempre es mejor que el nuestro 

    Convivir con la incertidumbre  es  un dolor que  siempre se ha intentado eliminar,   Pero  al intentar eliminarlo corremos el riesgo de que lo humano se pierda…

    Hay una parte del sufrimiento, del dolor de existir, que no se puede descartar. No es una anomalía del desarrollo, ni una lesión, ni una disfunción,  es el resultado de la propia estructura del ser humano.

    Lierni defiende  que  no hay respuestas estándar frente al sufrimiento ni tampoco un ideal de adaptación preestablecido  

    No hay un bien concreto que lograr, sino que el bien es algo a explora en cada caso. Lo que es bueno para uno puede no serlo para otro

    Otras épocas han tenido otros modos de cubrir ese vacío. La religión o los grandes relatos ideológicos han cumplido  esa función. 

    Y aunque no han desaparecido, están siendo sustituidos, cada vez más, por una ideología cientifista que  pretende definir el sentido último de nuestras vidas. 

    El cientificismo se ha convertido en  una nueva religión que nos promete el cielo en la tierra.  Y predica   un determinismo nuevo. Se ha pasado del “está escrito” al “es genético” Tanto lo uno como lo otro pretenden borrar la incertidumbre y también la responsabilidad

    Estamos en una época  cada vez más tecnocientífica,  y el sueño de la  tecnociencia (de la mano del discurso capitalista)  es borrar la idea de imposible. Todo es posible, la  salud, la satisfacción, la felicidad. Aunque quedan cogidos en su propia trampa 

    La Organización Mundial de la Salud define salud como  “el estado de completo de bienestar, físico, mental y social, que incluye la armonía con el ambiente” 

    No hay duda que con respecto a esta definición, todos estamos enfermos. Así que la evaluación de la salud mental invade nuestra vida, sobre todo la de los niños y jóvenes. Evalúan  con respecto a un hipotético modelo de conducta. Y   pretendiendo  imponer  un “todos iguales”,  imponen (muchas veces)  simplemente crueldades. Ya nos advertía Freud que el “furoris sanandis” es solo furos a secas

    Lierni para argumentar su tesis  ha  recurrido a diferentes saber: la literatura, la filosofía, la antropología, la historia y el psicoanálisis.

    Nos dice que tiene  una vocación interdisciplinar y que le resulta  enriquecedor abrir  puertas para explorar las aportaciones de  todos los  saberes en los que esté contemplada la idea de la pérdida. Porque de lo que se trata es de poder incluir en la vida el dolor,  sin ceder a la tristeza. 

    Se trata de asumir que no hay proyecto de salvación que nos lleve  a la armonía, pero si momentos de satisfacción que hacen posible soportar la vida.
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  2. No  se puede saber la lógica de una vida sin haber pasado por una cura psicoanalítica.

    En el recorrido de un análisis el parlêtre  - cuando está del lado de la neurosis -  va pudiendo situar en  la historia de su vida los diversos avatares que han marcado para siempre su estructura psíquica.

    Sitúa el “oscuro”  deseo de la madre que presidió su nacimiento, y su adhesión a ese deseo. Cómo algo permitió la separación de esa adhesión, es decir cómo funcionó la metáfora paterna o  Nombre del Padre. También cómo esa función  vino a cristalizarse en algún  rasgo tomado por el propio sujeto, de la figura del padre.

    Puede situar también los pecados del padre, es decir lo que en su historia pertenece al goce del padre y no al deseo.

    Al hilo de este recorrido se  va perfilando  su fantasma, es decir eso que le permite recuperar  en otro nivel algo del  goce perdido al  escapar de esa adhesión a la madre.

    También el sinthome, o lo que es lo mismo , esa  parte  de goce que quedó sin atrapar  por el N-d-P  y que permanece como un S1 fuera de la cadena, pero no sin relación con ella.

    La lógica de una cura  consiste en poder situar cuales han sido las intervenciones del analista que han permitido perturbar la defensa o levantar la represión.. Cuáles son los sueños que han surgido como formaciones del inconsciente, y también que  efectos de verdad  referentes al modo de goce han podido ser aislados.

    Vamos a tratar de aplicar este esquema al pase de Michéle Elbaz ( Freudiana 72)

    Nací  extremadamente prematura,  con un peso minúsculo, crítico, sin la ayuda de la maquinaria médica  y precedida por el oráculo del tocólogo que dijo a mis padres “...no se apeguen a ella probablemente no sobrevivirá”  Pero eso lo dijo al mismo tiempo  que atrapaba a la niña que caía de las manos de su abuela paterna  que había quedado horrorizada.   Aquel pequeño ser supo arrancarse a la muerte, triunfo de la  niña.

    Con año y medio un gesto torpe de esa niña hace  que la madre de a luz al día siguiente un niño muerto. El relato familiar deducirá de ello  que la causa de la muerte del hermano fue la niña. Fin del triunfo de la niña y segundo motivo de la angustia. Ha hurtado dos vidas: una de ellas ganada y la otra perdida

    Tener un espíritu de hombre dentro de un cuerpo de mujer..enunciado terminante del padre. ¿Cómo se había producido?  Yo había sesgado de raíz su deseo de tener un hijo. y él intentó sustituir al nacido muerto por la viviente en un único registro: “Tener un espíritu de hombre”, "ser una cabeza”. Ese  padre que no pudo acceder al saber  y admiraba a un tío suyo sabio, había puesto sus esperanzas intelectuales en un hijo varón..

    Recibí esta fórmula (tener un espíritu de hombre en un cuerpo de mujer) como la condición paradójica de un reconocimiento de mi ser de viviente y como una incitación a la impostura por el deseo del Otro paterno.Para  aquella niña robar el lugar del hermano, apropiarse de un saber enciclopédico

    Fortificarme era la tarea del padre. Yo era de constitución menuda, en la mesa siempre “ a mi poco” y en el registro del saber también, eso queda como “trozos elegidos” Se trataba de encontrar un modo de objetar a ello sin correr el riesgo de perder el reconocimiento del padre.  En las comidas,  tête a tête me obligaba a tragarme la albóndiga..y acababa tragándomela buscando su aprobación. (durante en análisis ella se dará cuenta de que una tal circulación de goce del padre y de la hija abrió el camino para el anudamiento de dos objetos, el oral y el saber)

    Al comienzo de la adolescencia fui exiliada de un país, de un idioma y de mi madre. Su recuerdo fue engullido. Borró bajo la apariencia del olvido, el desamparo, la inhibición.  Lo que si quedó  fue un enunciado de la madre inolvidable: “...los hijos son ingratos". También que yo era "hija de una pareja joven muy enamorada"

    Un síntoma me acompañó en mi vida, una sensación de no tener saber y de no tener tiempo, y un sentimiento de ilegitimidad, de culpabilidad

    ¿Qué la llevó al análisis?

    Siendo una  joven, enseñante de  filosofía,  atravieso la vida con una sonrisa, aficionada al ingenio pero sintiéndome como en un borde del mundo. Una palabra traumática, dicha por una colega, vino a zarandear, a descolocar mi doloroso desamparo.Le oí decir; “el censor tiene un cáncer de mama” Esa frase  reorganizó todas mis coordenadas. La tomo  como una mala noticia que me afecta, corro a hacerme  análisis médicos, pero soy incapaz de escuchar el anuncio de los resultados por el médico y, en una angustia desmesurada, que sólo calmaba el objeto oral, me precipito al gabinete de un analista para que me saque de ese callejón sin salida.

    Había habido ahí un anudamiento enigmático. ¿Por qué me sentí afectada por la noticia? ¿Por qué no podía oír al médico decirme los resultados? ¿De la proximidad de qué objeto, de qué real, esa angustia venía a hacer signo?

    El censor era el nombre, en masculino, que se daba al responsable del Instituto de Enseñanza Media, fuese hombre o mujer; pero el significante sans-soeur (“sin hermana”) hace equívoco homofónico con el censeur . “censor” y “sin hermana”  se pronuncian del mismo modo en francés. 
    Este equívoco venía a despertar a un niño muerto. Me refiero a ese hermano, guapo, llegado al mundo un año y medio después de mí, pero muerto. Muerto, y por lo tanto sin la hermana, “sans-la-soeur”, pero yo aunque viva, no existía sin él: en el análisis lo descubría incrustado en mi cuerpo, en mi fantasma, en mis ensoñaciones, en mis elecciones amorosas, en mis sueños, en mis significantes amo; había atormentado, taponado, fagocitado, el parlêtre que yo era y el cuerpo que me negaba a ser.

    Durante el análisis el gesto de mi abuela   toma el aspecto de una respuesta precoz a  la pregunta;  ¿Qué me quiere?  …en la vertiente de un deseo de muerte/un deseo de vida

    “Ud sobrevivió contra la opinión de los médicos” me dice el analista  y eso pone de relieve la elección insondable de haber seguido  viviendo, haber contravenido el saber médico del cual yo era fóbica. Goce contra saber

    Un sueño dió testimonio de la extracción  operado por la fórmula paterna y la respuesta por el rechazo del cuerpo de la niña: Una cabeza se desplaza sola por el aire con lentitud; a modo de cabellos tiene suntuosos filamentos de guirnaldas plateadas, brillantes, que cubren la cara; flota en una habitación oscura y cerrada con dos vueltas de llave pues está en un país enemigo, en un país nazi y éstos se han llevado ya probablemente el cuerpo.

    Ese cuerpo ausente deja el rastro de un goce oscuro, un  goce otro, inaccesible, indecible, invisible, mientras que la cabeza erguida, brillante, fálica y sin soporte, vaga.

    En análisis extraje  en esta lógica, un hilo materno, una especie de rastreado posible. La primera aparición de mi madre después del exilio se produjo en una pesadilla repetida con frecuencia. Mi madre era la figura del tormento que fijaba este sueño sin palabras:  “estoy en una piscina y tiendo el brazo hacia ella  para que venga a buscarme. Ella, en el borde de la piscina me mira y no hace nada". En ese llamado al Otro de la demanda, el punto de real de la pesadilla es que el Otro no responde, la ausencia de respuesta.

    La pesadilla cedió después de mi entrada en análisis.  Pasé del trauma alojado en la repetición del sueño al trauma que despertó la angustia (censeur-sans soeur) . Mi demanda se había formulado como un grito de angustia al analista

    Un lapsus que cometí en sesión  me llevó de …”nací en América”  ( en francés suena: ” la madre amarga”)   ¡Este era el quid¡”..nacer de una madre amarga era amargo, pero este lapsus al sacarlo a la luz confirma la separación y autoriza la perdida.

    El tercer rastro sobre mi madre, reduce y desactiva los precedentes. Su permanencia y su gracia me permitieron sacar  ese rasgo fuera de la trivialidad. Es una insignia materna y fálica que deviene un rasgo unario: un rasgo de la madre, pero no sin la impronta del padre: ¡Llevo siempre, como ella,  rouge labial¡ Es un velo sobre el enigma de la feminidad. Pero no sólo. La particularidad insistente de este rouge al que yo me  agarraba es llamarse Rouge Beso, indeleble , y condensa el objeto oral  del beso materno,  con el no-endeble (indeleble) exigido por el padre

    La norma fálica roída, la pulsión de muerte atenuada, por  los equívocos y otros chistes del analista y del analizante, me condujeron hasta el agotamiento de los significantes de la cantinela. Una vez rotas las amarras con el peso muerto del objeto del fantasma ( cuya formulación era;  “un aborto es abortado”) una vez demostrada la insuficiencia natural y localizada la coalescencia del objeto pulsional con el saber que había que engullir, quedaba el sentimiento de no poder terminar.

    En la sesión siguiente, sesión conclusiva, lo que surgió fue un punto de real perfectamente inesperado. La víspera había recibido unos rushes, trozos de película filmada sobre una jornada de trabajo que habíamos tenido. Le dije al analista hasta qué punto me había perturbado mi imagen, el gran displacer que había tenido.Su pregunta, fue decisiva: “¿Qué es lo que no le gusta dentro de su imagen?

    No sabía decirlo, había un imposible de decir, un indecible difícil. Buscaba mis palabras, pero no quedaba ninguna, los términos habituales, los significantes amo que se habían encadenado estaban rotos, no me servían. Me oí decir: “¡No acabada!”

    El dentro de ( un espíritu de hombre en un cuerpo de mujer) de la fórmula paterna había rebajado “un cuerpo de mujer” al rango de un envoltorio, de un semblante con el que el sujeto se había identificado.

    El vocablo "dentro de" utilizado estaba orientado hacia lo real; inacabada  Apuntó a ese lugar indecible de algo padecido fuera de saber, y permitió desbaratar el enunciado paterno

    Este significante, no acabada, él solo, fue deportado, como en la operación de un clinamen; traía consigo risa, asombro y satisfacción, un “¡es eso!” que no engaña. 

    Este significante nuevo, ex nihilo, invención fuera de lo esperado, más allá de la norma fálica era uno de los nombres del no-todo, que viene a bordear el goce.
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  3. Esto es lo que sucede en un psicoanálisis. Uno se ve un tanto destartalado y se busca un analista pensando en conseguir un poco más de consistencia. 

    Al mirar detrás se va dando cuenta de que en realidad nos componemos de un montón de trastos antiguos (vivencias) reciclados y colocados de una cierta manera, siempre con peligro de que se pierda el equilibrio. 

    Alguna ventaja tiene ir a dar una vuelta por la trastienda. Se aprende qué cosas de ahí son inmutables y no las podemos cambiar por mucho que nos gustaría. Con ello se pierde culpa y también miedo; se gana humor.



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  4. EL TRAUMATISMO Y SU RELACIÓN CON EL FANTASMA

    Hemos insistido en la enseñanza freudiana sobre la construcción del aparato psíquico. Sabemos que Freud sitúa en la vivencia de satisfacción el punto de encuentro del sujeto con el significante, es decir el momento en que algo va a quedar inasimilable para el juicio, extimo dirá Lacan. También hemos ido explicando cómo alrededor de ese agujero el sujeto va construir las ficciones, los semblantes de los que se va a servir para vivir; el fantasma, el Ideal, el S1 etc. Esa vivencia de satisfacción es en términos lacanianos una vivencia de goce, inasimilable para el juicio pero no inerte. Es algo vivo que nos habita y que no dejamos de trabajar para velarlo.

    Hoy vamos a tomar el testimonio De Graciela Brodsk para situar estos conceptos en un caso concreto.

    Si la narración que hacemos aquí es más o menos cronológica, no es así como se presenta en el análisis. En el transcurso de un psicoanálisis las asociaciones que el paciente hace y las interpretaciones del analista constituyen una red de caminos y sendas en la que hay puntos cruciales que a veces resignifican todo lo andado.

    El caso de Graciela a diferencia de los dos casos anteriores nos presenta en las coordenadas de su venida al mundo más que una tragedia una fiesta. Hija única llega como un “regalo del cielo” cuando los padres habían pensado no poder tener hijos, debido a la posibilidad de que la sordera de la madre pudiera empeorar con la maternidad.

    Pero no todo era concordia en esa pareja. La madre confesará a Graciela que antes de su nacimiento su marido le había sido infiel y ella le había amenazado con contar a su familia su falta de potencia sexual con ella si no dejaba aquello. Ella llegó como prueba de la potencia paterna, e hizo perder a su madre el poder sobre su padre. “Regalo caido del cielo” si, pero para la madre no tanto.

    Ella era ”La única” en varios sentidos. Era “la única a la que la madre oía y por tanto la encargada de traducirle el mundo” Era “la hija única que daba fe de la potencia paterna” Y a partir de un cierto momento la única niña inteligente que se daba cuenta de los peligros que otros niños no percibían

    Ser “la única que oía a la madre” estableció un lazo infernal, tener que vigilarla, cuidarla, no poder separarse de ella, no se podía dejar a aquella mujer sola y sorda. Pero “Ella amaba la impotencia y yo que le tomé gusto a representar el poder del falo me hice frecuentemente destinataria de su odio” Es decir que la metáfora paterna operó gracias a “le tomé gusto a representar el poder del falo” Operó al precio de una neurosis obsesiva.

    “La neurosis consiste en procurarse un ser – siempre falta en ser - y colmarlo de sentido” Es decir la inserción en el lenguaje produce dos faltas una falta en el saber y una falta en el gozar. Nunca se podrá saber todo, nunca se gozará lo suficiente. “La solución neurótica para mi fue por un lado un complemento se sentido “Ser la única” como S1, significante amo, significante agalma” Es decir, como significante completo no enganchado al S2, o al menos que trata de subsumirlo.“Por otro lado un complemento de goce en el fantasma amp;lt;>a…”ser la voz que se hace oir”

    En sus primeros años no puede separarse de la madre. Llora cada vez que tiene que ir a la escuela, al ir a dormir sola... Llora tanto que consigue que los padres no salgan, que el padre duerma fuera de su cama… Una pedagoga escolar les explica que es porque “es una niña más inteligente que las demás que se da cuenta de los peligros de los que otros no sedan cuenta” explicación que aceptan todos encantados y que la convierte de nuevo en “La única” esta vez con valor de Ideal, valor agalamático.

    “La pedagoga que transforma el miedo en inteligencia proporciona una brújula, una tabla de salvación… me luzco en el saber comienzo a hacer un uso de la voz con el que supe hacerme un lugar en el deseo de mi madre” Ella es no sólo la voz que se hace oìr, sino la voz que traduce, que busca la palabra justa.

    Una contingencia viene a trastocar el orden en el que ella se sostenía, viene a deshacer el montaje de “ser la única que sostiene al Otro con su voz, con su palabra, que lo despierta, que lo anima….” En una fiesta después de unas Jornadas ella ve al analista bailar en la pista mientras ella queda en la mesa de las mujeres solas. El lugar de “la única” gira a “la excluida” la excluida de la fiesta, con la consiguiente angustia

    En la cura el paciente coloca con la transferencia al psicoanalista en el lugar del Otro, cada cual de su Otro particular. Es labor del analista escabullirse de ese lugar.

    Ese momento conecta con otro momento de su infancia. La escena traumática en la que los padres alegres regresan de una fiesta la cogen de la mano y la aupan hasta encima de un armario donde ella queda sola. Los padres riendo abajo, ella sola arriba, excluida, llorando. Ese es el momento en que para ella aparece la división subjetiva, es decir ella no es parte del Otro. Ha estado hasta ese momento en la satisfacción gozosa de ser parte incluida en el Otro materno, y en ese momento la madre mira a otro lado. El acontecimiento traumático viene a hacer signo al sujeto del goce al que estaba fijado.

    Hay una perdida de goce que permite un vació que vendrá a ser rellenado con las ficciones. El fantasma, el Ideal, el valor fálico ….. recuperaciones de goce, de ese goce perdido, pero pasado por la defensa, es decir descafeinado, aunque a veces demasiado poco

    ¿Qué permite un análisis? No rellenar el vacío a toda costa, sino soportarlo, sin que por ello se pierda el gusto , en este caso, de gozar con traducir, con hacerse oir… pero ya de otro modo
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  5. LA ENSEÑANZA DE LOS AE
    Los AEs de la Escuela nos permiten al publicar sus propios caso, ilustrar la teoría en la práctica. Ellos han conseguido poder dar cuenta,  poder formalizar, el trabajo  realizado en su análisis.
    Hemos hablado muchas veces del Ideal y del fantasma. Vamos a verlo en el caso de Bruno de Halleux    (Freudiana 67)
    “Mi historia familiar es una larga historia de encuentros fallidos con el padre Él no quería tener hijos. Mi nacimiento no estaba previsto. En un hospital de una ciudad colonial nadie se percató de que mi madre llevaba gemelos, y cuando mi hermano nació la dejaron sola …Ella debió de arreglárselas sola con el siguiente ..nací con el cordón que me estrangulaba y se pudo salvar mi vida gracias a la presencia inopinada de una enfermera. Fui “el niño milagro” …un niño que se sentía orgulloso de creer que ocupa el lugar del falo materno”
    “El precio a pagar por ocupar esta plaza del hijo amado fue un distanciamiento con el padre colérico  que cada vez que yo abría la boca para decir alguna cosa me desairaba o me anulaba, pues consideraba que los niños no tenían derecho a la palabra”
    “Este inicio en la vida dio forma a un fantasma: ( del cual se percató en análisis) me hacía falta agujerear al Otro paterno, con el fin de que éste me reconociera, me deseara, me invitara a sentarme a su derecha. Tenía que responder a sus ideales supuestos; el sacerdocio, la riqueza, la celebridad. 
    Lacan en el Seminario 11 dice que lo primero que el niño propone a este deseo parental  es el fantasma de su propia desaparición: “¿Puede perderme?” …Es esto lo que no dejé de poner en acto en mis escenarios fantasmáticos: salir de la escena, ya sea de manera suave (eclipsándome, anulándome) ya sea de un modo más fuerte ( haciéndome explotar, incendiándome)”
    “Un manejo sutil de la cura por mi analista me sacó de mi posición de hijo a la busca de un padre atento y me hizo divisar la inconsistencia de ese padre al que dedicaba tanto esfuerzo para hacerme apreciar….pude darme cuenta de que mi creencia en la consistencia de un padre generoso preocupado y atento acarreaba una posición de impotencia propia de un fantasma que podría declinarse de esta forma: hacerme el objeto amado que falta al padre” 
    Tenemos aquí también, un sujeto que instala la metáfora paterna a pesar de unas condiciones difíciles. Un sujeto que escapa al lugar (mortífero si no se pone distancia)  de “niño milagro”  introduciendo entre la madre y él, el amor al padre y  los Ideales del padre. La metáfora paterna supone una elección del sujeto, elige amar al padre y respetarlo. La metáfora paterna opera y es por eso que tenemos una neurosis y no una psicosis.
    Escapa a la psicosis, pero no a una grave neurosis, pues esta gran insuficiencia del padre  deja resquicios para que el sujeto mantenga su creencia en que “La relación” existe. Es cierto que como buen neurótico nunca la encuentra, pero mantiene su esperanza  en la eficacia del diálogo y  en una armonía posible entre los hombres.  Dicho en términos del último Lacan una creencia en que existe La relación sexual.
    No es lo mismo una creencia que una certeza. Las creencias se mantienen en el terreno del intento, de la decepción, del volver a intentarlo. Es decir en una repetición siempre fracasada 
    “En el fantasma el sujeto se perjudica  a si mismo en nombre del amor para hacer existir mediante un goce masoquista La relación sexual que no existe” nos decía Blancard en el caso anterior.
    Halleux  nos relata como extendía a su entorno su modo de relación al padre: “Consagraba gran parte de mi energía en construir y mantener relaciones de amistad con la gente. Ese tiempo pasado en ir detrás y en cultivar estas relaciones me asfixiaba. Creía posible La relación sexual y mis Ideales estaban orientados por el amor al prójimo, ese mismo ante el cual Freud reculaba con horror”
    En el fantasma el sujeto se congela, se eterniza,  tratando de poner a prueba el amor del Otro.  El fantasma es una escena paralizada repetida una y otra vez en la vida de un sujeto. Su finalidad era, nos dice:  “hacerme el objeto amado que falta al padre” y por extensión podríamos decir a los habitantes del mundo del sujeto. Dicho de otra manera; que el padre lo ame, y que ese amor le haga falta
    Esa es su finalidad. Pero su modo lo pone en acto “haciéndose desaparecer”  y  nos lo dice:  “Estuve a punto en más de una ocasión  de deshacerme de todo: de mi posición, de mi trabajo de mi familia, de mi psicoanálisis”
    Un psicoanálisis permite percatarse del fantasma, tanto de su función  como del modo de actuarlo. Debe permitir también atravesarlo, es decir abandonar esa posición, desmontarla.
    “Lamentándome en análisis una vez más de mi sentimiento de nulidad e incompetencia el analista me soltó un enunciado impensable para mi: “De Halleux, le tengo en gran consideración” Con eso me dijo lo que en el fondo yo esperaba pero de lo que dudaba. Fuertemente tocado, me marché llorando, pues si él, el más grande para mi, el padre amado, idealizado, el amo del saber, (ese era el lugar donde el colocaba a su analista) me indicaba que me tenía en consideración, todo mi funcionamiento fantasmático se desmontaba, incluso se estropeaba. ¿Cómo continuar creyendo en un padre ideal ( y por lo tanto inaccesible) si éste me decía que yo estaba a su derecha, reconocido, amado?  El lugar del padre se agujereaba”  
    Esto no es sin un resto, un resto como fenómeno  de cuerpo con el que hay que convivir. “Un extraño síntoma surgió en el análisis; la menos asociación que me conducía hacia el padre a su función, a su imagen, me precipitaba en una crisis de lágrimas. ¡No conseguía decir ni una palabra¡ ¿Por qué estas lágrimas? Su respuesta me sorprendió “¡Las lágrimas son muy misteriosas¡” No me ofrece un significante segundo para dar una significación y relanzarme en una cadena asociativa infinita. Esto me empuja a levantar acta del significante solo”
    Es decir “llorar”  es para él una respuesta de su cuerpo a determinadas situaciones. Eso es así y no tiene remedio. Tendrá que apañárselas con ello.

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  6. TOMAR EL GOCE A LA LETRA ( pase de M.H. Blancard. Freudiana 67)
    La enseñanza de los A.E. nos permite ilustrar la teoría en  el caso; en el caso por caso.
    Vamos a retomar lo que venimos llamando la huella de la experiencia de satisfacción en Freud ( goce en Lacan) Eso inasimilable para el juicio que Lacan situará después del lado de la existencia, ex_sistencia.   Del lado del ser colocaremos  todas las construcciones con las que nos manejamos en la vida; los ideales, el fantasma, los objetos pulsionales…

    “Hay en el inconsciente cosas que se imprimen y otras  que dejan un agujero, un espacio en blanco en el texto, únicamente pueden ser imaginadas, y es en ese punto donde lo real es traumático”

    A un análisis se acude con un síntoma - en este caso desmayarse - que en la neurosis  está "envuelto" generalmente en un sinfín de argumentos: "Es por que ...."   El trabajo a realizar consiste en que las cadenas significantes se desplieguen para  que vayan cayendo las “verdades”  con las que recubrimos  el  hueso de la cuestión. Las "verdades" en este caso recorren las cadena significante: "Una niña es callada" ...."Chivo expiatorio"... que van cayendo a lo largo de la cura,  hasta  conseguir reducir ese síntoma a  su núcleo de real. Ese núcleo de real es el trauma, el acontecimiento traumático 
    De las muchas cosas que se dijeron a su alrededor ella destaca las palabras de su abuela: “Su padre no la reconoció”  “Tu madre estaba tan desesperada cuando estaba embarazada que  quiso tirarse al Sena”  son dos frases con las que M. H. se encuentra de niña y que tienen para ella diferentes efectos. 
    De  la primera ella hará un uso que va del lado de la vida, de la identificación y de los ideales.  Será ella la que sí se reconocerá en rasgos paternos.  Ella consiente  en  reconocer a ese padre que no la reconoció,   identificándose a él con el nombre de “pequeña niña judía” La Metáfora Paterna ha funcionado, ella la ha hecho posible.  Toma el ideal paterno del saber universitario, del saber total  Tenemos aquí un bonito ejemplo de cómo un sujeto consiente a que la Metáfora Paterna opere aún en circunstancias difíciles, es decir de cómo la responsabilidad se juega en la eleccción de la posición subjetiva. Esta posición de consentimiento dará como resultado una neurosis.
    De la segunda frase  nos cuenta como la había estragado: “Mi abuela  en el banco  de un  acuario me  confesó que mi madre cuando estaba embarazada de mi, había pasado tal desasosiego que una noche quiso tirarse al Sena.( Una fille est tuée) …  Sentí como si todo mi cuerpo se licuara, como si toda su sustancia viva hubiera sido absorvida  con el agua del acuario y rompí a llorar inconsolable
    A partir de ese momento ella comienza a desmayarse.  Aparece el síntoma como acontecimiento del cuerpo. ”Borrarme ausentarme, identificarme al vacio de lo que no existe”  Es la respuesta  en el (del?) cuerpo ( lo que Lacan llamará sinthome)  a ese vacío de significación a esa emergencia de lo real.  Vemos aquí como lo inasimilable para el juicio, la vivencia de goce, traumática,  queda fuera del lenguaje, extimo,  ex-sistente.
    Cuando naciste  tuvimos que cortarte el frenillo de la lengua”  le decía su abuela “Entendí que el Otro quería hacerme callar… “cierra la boca”  eran las palabras de la abuela repetía cando le molestaba. Por la noche cuando yo tosía  ella decía “Cierra tu boquita”  “De niña  la amaba sin reservas pues yo era su “tesoro”, a condición claro, de que “viera, oyera y callara”  “Muda como una tumba detentaba un secreto imposible de descifrar sin pasar por el análisis, con la boca bien cerrada borrándome”Una niña es callada” (“Une fille est tue”) Es el argumento que recorren las cadenas significantes en su análisis. El fantasma se construye en el análisis: “En el fantasma me dejaba maltratar por un Otro al que otorgaba todo poder sobre mi. El sujeto se perjudica a si mismo en nombre del amor para hacer existir mediante el goce masoquista la relación sexual que no existe

    Se construye y se atraviesa. Pasar al otro lado del marco significante del fantasma es quedar confrontado a lo fuera de sentido, a lo imposible de significantizar, a lo que no entra en la cabeza inasimilable para el juicio. Porque saber de eso no alcanza para darle significación. Es la emergencia de un real; el real de la muerte y el sexo. 
    El análisis la condujo a correr el velo que  constituía “Una niña es callada”  colocado  para velar “Una niña es asesinada”  (“Una fille est tuée”) ante el cual se desmayaba identificándose así, al vacío, a lo que no existe. La raiz corporal del síntoma se muestra en este caso con claridad. Se construyo  como sinthome
    El sinthome es el resto, eso incurable  con lo que hay que “saber hacer”   

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  7. ¿Por qué hay lenguas? Mi respuesta es: porque la estructura del lenguaje, esa estructura supuestamente universal, es incompleta como tal. En la estructura del lenguaje, como estructura significante, hay un elemento descompletante, destotalizante. Este elemento destotalizante se puede escribir como  (S,barrada)  como (-fi)  y se puede escribir  positivamente como (a) Son tres versiones de ese elemento. Destotalizante  no suena demasiado lindo, podemos  llamarlo “elemento zenodiano”  ( paradoja de Zenon)

    Podemos decir que (a) es la causa de la pluralidad de las lenguas, el secreto del mito de Babel. El  lenguaje por su estructura deja siempre algo por decir; en la estructura misma del lenguaje hay algo que no tiene nombre.  Lacan hace surgir  ahí el lugar  del goce, cuando dice que  “hay algo que aparece como faltando en el  mar de los nombres propios”  y es por eso que inventó  el signo (a) (…….)  siempre hay  que inventar  el nombre del (a) y las lenguas se pluralizan en tanto constituyen tentativas  diversas de decir el (a)  (Entresacado de “Logicas de la vida amorosa” Miller 1989)
    Sabemos que Lacan  a lo largo de su obra también fue tratando de buscar un nombre a lo que no tiene nombre, a eso insignificantizable “producido”  por lo que Freud llama la “Experiencia de satisfacción”  en el humano. Aquí lo llama objeto (a)
    Recordemos que la Huella de la primera satisfacción es irrepetible,  sólo es posible  revivirla de manera “alucinada”  Recordemos que eso produce la “Vivencia de dolor”  ya que la descarga de la excitación no se produce.  Recordemos que  ese dolor  nos lleva a procurarnos otros caminos  para la satisfacción, nos lleva a buscarlos en la realidad.
    Sabemos  también que Lacan  puso su empeño  en pasar a la lógica las explicaciones  más bien mitológicas,  que Freud usaba  para  intentar “visualizar” la estructuración del psiquismo  y sus efectos, y que eso  lo llevó a ir  puliendo  los modos de representar  los conceptos.
    El artículo de Miller corresponde al  Lacan del Seminario XI  más o menos.  En este momento  llama  objeto (a)  a lo que  antes llamó  (S, barrada)  o (-fi)  y que venían  explicar que  faltan significantes para decirlo todo.
    Pero el  objeto (a)  no es sólo un cambio de nombre, supone también  un cambio de visión. Si antes pensaba que había algo que faltaba en la cadena significante, ahora se da cuenta de que hay algo, que más que faltar  sobra;  que hay algo en demasía.  
    ¿Qué hay en demasía?  Algo que más que una idea es una sensación, se podría decir;  la sensación en el cuerpo  que  el pequeño  humano experimenta cuando ve mamar  a su hermanito de la teta de su madre (San Agustín)  Lo podemos llamar  S1, significante sin significación,  lo podemos llamar signo,  signo de una completud  de goce.  Pero también lo podemos ejemplificar  con la sensación  que podemos sentir en el cuerpo  ante un ruido inexplicable, o cualquier cosa que nos produzca una extrañeza.  Ese S1 sin significación, nos inquieta, quizá porque detrás se dibuja algo siniestro  para lo cual nosotros podríamos llegar a ser la teta.  
    La completud de goce, esa supuesta  que obtuvimos en la experiencia de satifacción  freudiana fue una demasía, un demasiado  que  parasita nuestro psiquismo y que nos acompaña siempre.  Ya sea porque se nos presenta como espectáculo, es decir aparece  un otro que "tiene" esa satisfacción que no existe pero que debiera existir,  ya sea porque  además  yo podría ser el objeto que se la proporcione, de un modo o de otro  la  “idea”  de satisfacción  completa se dibuja detrás. 
    Al decir “idea” nosotros  también  significantizamos,  buscamos ponerle nombre al objeto (a).  Es decir hacemos uso de las ficciones o semblantes que tratan de cernir  eso real  que no tiene nombre.  Lacan dirá más tarde que es del orden del signo.
    Pero de alguna manera tenemos que entendernos, o medio enterdernos.
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  8. X. acude a la consulta porque desde hace un tiempo se le olvidan las cosas, también las palabras y pierde la perspectiva de lo que ha previsto hacer y acaba por liarse él sólo.
    Explica que trabaja en un taller desde hace 15 años con un compañero, los dos a las órdenes de un patrón del cual dice que siempre los ha apoyado con su pericia y su presencia. El patrón está cerca  de jubilarse y le propuso que se quedase él con el negocio. T. duda, por un lado “tener su propio talleres el sueño de todo chapista” dice, pero duda de su capacidad para sostener dicha función. Teme las tareas administrativas y legales que ello implica, teme no saber justificar y negociar las facturas con los clientes, negociar los precios con los proveedores, o llevar la fiscalidad en regla.
    Al pedirle a X. que precise desde cuando le pasan los olvidos, resulta claro que surgieron tras la propuesta del patrón, pero él no establece relación alguna
    Se queja también de que no puede decir no, también de que está brumado por lo que llama “una idea recurrente” según la cual él cometería demasiados errores, sería muy lento, incapaz de expresarse correctamente, etc. En el fondo de su ser está convencido de que es “tonto” Eso le pasa desde que empezó a trabajar, desde que empezó a ser “remunerado”
    También dice que su padre era depresivo y alcohólico. “Siempre decía que los tontos permanecen tontos para siempre y que no podemos cambiarlos”
    Tampoco establece relación alguna entre las palabras del padre y su “idea recurrente”
    De su madre dice que era poco comunicativa y que “cargaba con todo” también que “Nunca me ha dado muestras de afecto” Se queja de no comprender qué es el amor.
    La figura del patrón empezó a cambiar y se quejaba de que venía tarde, y de que ya no garantizaba las condiciones para que los empleados pudieran trabajar correctamente. El patrón empezó a convertírsele en la figura arbitraria portadora de un goce caprichoso.
    Cuando llegó pensaba como única posible decisión aceptar la propuesta de quedarse con el taller. Todo su entorno se lo aconsejaba.
    Nuestras conversaciones le han permitido reconsiderar las cosas. Ha acabado por decir no y  ha encontrado trabajo en otro taller donde se ocupa de coches de carreras, los cuales son su pasión.  Los síntomas por los que consultó se han reducido considerablemente.
    Pero la aunque la idea recurrente no se le presenta, él está convencido de que es un “tonto”  La significación personal subsiste inquebrantable en su fuero interno
    Es una idea que el analista se cuida muy bien de no ratificar, pero que también sabe que es inútil tratar de suprimir, a lo sumo  tratar de banalizarla o relativizarla. 
    Tenemos la lógica del caso en tres tiempos: 1) cuando el sujeto es confrontado a una situación que se inscribe en la lógica del intercambio – hacerse remunerar – y que apela, por tanto a una respuesta del lado de la significación fálica, el sujeto no dispone de esa herramienta y responde con una significación personal “soy tonto” 2) Cuando el sujeto es confrontado a una situación que apela al operador Nombre-del-Padre: “Tu vas a sucederme” se produce una colusión entre “Soy tonto” y “Tu vas a sucederme” Responde produciendo un síntoma “el embrutecimiento” que viene a corroborar su significación personal 3) Produce un nuevo síntoma bajo transferencia: el patrón se le vuelve persecutorio.
    La respuesta final del sujeto le permite reintroducir un desierto de goce que lo aleja de la coyuntura potencialmente desestabilizante o incluso desencadenante: decir no al patrón, y con ello evitar el escenario catastrófico al que lo abocaba el maleficio paterno. ( entresacado de un artículo de Freudiana)
    COMENTARIO
    Veníamos diciendo cómo las primeras experiencias en el ser humano “imprimen” huellas de lenguaje que tiene el rango de signos; ”significantes” sin significación variada, con una sola significación,  también decíamos que investir de nuevo esas huellas conlleva una satisfacción “alucinada”  a la que Lacan llama goce.
    Veamos como podemos rastrear en este caso esas huellas: Para este sujeto  la posición subjetiva “No poder decir  que no” la podemos pensar como un modo de goce, como ese modo de satisfacción “alucinatoria” que produce el investir la Huella.
    Sabemos que el operador que hace posible salir de esa satisfacción para ir a la realidad en la neurosis es la metáfora paterna, el N-d-P, y que en la psicosis a falta de ese operador el sujeto va a tener que construirse otro. Vamos a llamar al operador que hace posible la salida, defensa; defensa contra el goce.
    La metáfora paterna permite que funcione lo que Lacan llama la significación fálica, es decir metafórica, cuando el operador es otro la significación va a quedar diferente, no será metafórica, puede ser muy literal, en todo caso será metonímica.
    El sujeto del caso toma las palabras del padre no como una metáfora sino como algo inamovible; como un signo. No se enlaza con la cadena significante; no abre preguntas por ejemplo: ¿Qué es ser tonto? ¿Quién dice qué es ser tonto? ¿Se puede ser tonto en algunas cosas y listo en otras?...... 
    En el momento de acceder al trabajo, es decir de acceder a un lugar que conlleva la pregunta “¿Qué soy”?  se le abre un vació de significación, no puede darse respuestas metafóricas: “Soy listo en esto, malo en esto otro….” La respuesta se le impone desde la literalidad”: “Soy tonto” Esa significación le permite funcionar a las órdenes directas de un jefe que “no es tonto”
    Cuando le proponen quedarse con el taller a su “Soy tonto” se le opone una significación  del jefe “Eres listo, puedes quedarte el taller” Pero en su modo de funcionamiento psíquico está la certeza de “Soy tonto” Comienzan entonces una serie de síntomas que lo “entontecen” es decir encarna la significación literal del “Soy tonto”
    Le es necesario pasar en análisis por construir una respuesta al Otro, al jefe, una respuesta con un tinte paranóico para poder despegarse. Digamos de paso que la salida de la alienación al Otro siempre se hace desde la vertiente paranóica. Eso le permite decirle que no. Y decir que no le  permite de hecho abandonar un poco el lugar del tonto; ser tonto pero menos. Es decir desinvertir un poco la huella para poder ir al mundo a buscar objetos de satisfacción, por ejemplo los coches de un determinado tipo.
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  9. De los conceptos psicoanalíticos ambos pertenecen a los que han pasado al discurso corriente, sobre todo el de libido. A veces se los usa como sinónimos, o como muy cercanos. Vamos a tratar de precisar al hilo de los artículos anteriores ambos conceptos.
    De la pulsión “en bruto” ya hemos hablado, también hemos dicho como al amarrarse queda fragmentada en varias pulsiones que corresponden a los orificios del cuerpo: comer, cagar, mirar, oir. A esos lugares va a refugiarse la excitación de la que Freud nos hablaba y al hacerlo pasa a convertirse en sexual. La sexualidad polimorfa infantil de la cual Freud nos habla y que cuestionó la idea de que el niño es un angelito, que no tiene sexualidad
    ¿Pero cual es el proceso por el cual eso sucede?  Es por la intervención del Otro materno que  introduce el sistema significante en el organismo, dicho de otra manera; es por el efecto de significantización que se produce cuando el grito del bebé es tomado como un llamado, como una demanda, cuando el organismo se transforma en un cuerpo por obra del lenguaje.
    Pero las pulsiones parciales deben de sufrir algún modo de unificación bajo la primacía de los genitales para que podamos hablar de libido. La libido se dirige a un objeto completo, en principio al yo.
    Freud nos dice que para que se inicie el narcisismo un acto psíquico debe de realizarse; la introdución del yo. Después la libido podrá dirigirse a otros objetos, en principio a imagen del yo, y más tarde a un objeto heterogéneo.
    Lacan en su estadío del espejo nos lo explica diciendo que el niño se reconoce en el espejo como una unidad, pero que para que eso quien lo acompaña al espejo debe de decirle: “Ese eres Tu” La libido es presentada por Lacan como un órgano capaz de envolver nuestra imagen y los objetos del mundo, capaz de investir a los objetos del mundo incluido nuestro yo, pero también de retirarse y retrotraerse al yo,  en lo que llamaba Freud un narcisismo secundario cuyo ejemplo principal es la melancolía.
    ¿Pero que transforma la pulsión en libido? El amor es lo que permite al goce condescender a deseo nos dice Lacan en el Seminario XX. Es el amor el que permite pasar de la necesidad a la demanda.
    En el Seminario IV Lacan sitúa bajo toda demanda de la necesidad la demanda de amor, y la demanda de amor engancha las pulsiones a la gramática. “Come-me, caga-me, mira-me oye-me” tanto del lado del niño como del lado del Otro.  La reversibilidad es perceptible incluso en el lenguaje corriente: “”No me come” o “Me come bien” lo que da lugar a las declinaciones gramaticales de la pulsión “Hacerse comer, hacerse cagar, hacerse mirar, hacerse oir”
    Podemos rastrear debajo del investimiento libidinal la pulsión. Dicho de otro modo debajo del i(a) del ideal está el objeto pulsional (a)
    Hay elaboraciones más trabajosas que otras, velan mejor la pulsión,por ejemplo hacerse mirar bailando valet requiere más trabajo que el exhibicionista que abre su gabardina, por poner dos casos extremos.
    La libido  podemos pensarla como la envoltura amorosa que pone un velo sobre lo real pulsional. Las llamadas depresiones en general no son otra cosa que la retirada de la libido  del mundo y la concentración de esa libido en el yo. Si bien es preciso que en su salida al mundo la libido pase primero por el yo constituyendo el narcisismo necesario, cuando se retrotrae esa libido de nuevo al yo los efectos son de sufrimiento.
    Vamos a intentar ilustrar lo que venimos diciendo con algunos casos clínicos. Los tomaremos de los casos publicados en la revista Freudiana.
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  10. Lacan a lo largo de sus  casi 50 años de enseñanza  no cesa de  pensar y repensar  las relaciones  de la pulsión  freudiana y la palabra,  o dicho  más a su modo, del significante y el goce.
    Sus reflexiones  están  siempre  orientadas  por la  cura psicoanalítica, por sus posibilidades  de modificar  el modo de goce de un sujeto  cuando  éste sujeto se dirige a un analista con la pregunta  “¿Qué tengo que ver con las cosas que me pasan?   Cambiar  el modo de goce, es decir el modo de satisfacción de la pulsión, por un  “otro modo”  que  permitirían  una vida  un poco menos dura.
    Lacan, como Freud,  pasó por diversas etapas .  Durante los años  50-60, digamos que  era más optimista  respecto a las posibilidades de reducir el goce,  es decir  de  significantizarlo.  El  goce  contenido  en el síntoma  del sujeto  podría ser  simbolizado en una cura y eso permitiría la desaparición  de dicho síntoma.
    Pero   su experiencia  le fue mostrando  que el goce  insiste, que no es fácil reducir el goce por la palabra  como pensaba en un principio, que si hay un trabajo posible con el goce hay que introducir  otras consideraciones, incluso otro modo de pensar su origen.
    ¿Cuál es  pues el origen del goce? 
    Retomemos a  Freud. Para Freud  el viviente humano  trae consigo un sistema  nervioso  productor de excitación  que  debe de ser descargada.  El  bebé llora para descargar  y  un  Otro  materno  significa eso como un llamado, es decir lo significantiza, le da un sentido.  A esa excitación la va a llamar pulsión.   De esa pulsión en bruto, desamarrada,  podemos ver un ejemplo en los niños hiperactivos que no pueden parar.
    La pulsión se amarra   al ser significantizada, al abscribírsele  un sentido, entonces  se va a fraccionar en 
    varias:  “Quiere comer, cagar, que lo miren, que le hablen,”  y con ello  tenemos organizadas la pulsión oral, anal, escópica, e invocante. 
    Decíamos en el artículo anterior  que   según Freud  la primera satisfacción  deja  una  huella  imborrable  de una satisfacción irrepetible.  Nos gusta decir que es irrepetible porque ha llegado sin haber sido pedida ni esperada, es decir, al margen del lenguaje.  El objeto  coincidía con  la necesidad  precisamente por eso, porque  está  fuera del  lenguaje. A partir de ese momento  todo objeto que nos llega  lleva un menos.  El significante no coincide con el significado. 
    Lacan  durante mucho tiempo  explica esto diciendo que  la necesidad  debe ser  articulada en una demanda  y que la demanda se compone de palabras. Nos dice que como las palabras, los significantes no alcanzan para  articular la necesidad, que siempre  queda un resto inarticulable, y a eso lo llama  deseo.  Por eso el deseo es siempre deseo de otra cosa.
    Freud nos presenta la vivencia de satisfacción como un hecho  sucedido. Lacan nos dice que es un mito, es decir algo que se dibuja en el vacío  dejado por satisfacción, en el menos de satisfacción  que nos llega. Todos los paraísos lo son en tanto que perdidos, por tanto no hubo paraíso,  es un efecto de retroacción el que permite pensar que si.  También podríamos pensarlo como un efecto del funcionamiento del significante. Si el significante funciona por oposición, como dice Saussurre,  a la vivencia  en la realidad de un " no-todo" de satisfacción, se le opone por pura lógica significante un "si-todo" de satisfacción nunca sucedido
    Este modo de presentar la estructuración del psiquismo permanece en la enseñanza de  Lacan hasta los alredores del Seminario XX. 
    ¿Que cambia entonces? ¿Qué le lleva a ese cambio? 
    Sabemos que Freud  basó sus investigaciones predominantemente en la neurosis y Lacan lo hizo a partir de la estructuración del psiquismo en la psicosis. Eso le permitió relacionar los movimientos del goce más o menos desamarrado en la psicosis, con el modo de relación del sujeto psicótico con el lenguaje. Pudo constatar como sobre todo en la esquizofrenia la palabra es la cosa, es decir que no es usada como metafórica sino con un grado importante de literalidad. 
    Esto le hizo ir prestando más atención al lenguaje de signos. Lacan  había  hecho una clara diferenciación entre el lenguaje de signos - un cierto modo de vuelo puede ser signo para un pájaro de petición de apareamiento - y el lenguaje humano, metafórico-metonímico, en el que significación es aproximativa. Para el significante hay un abanico de significaciones posibles, un significante no quiere decir cualquier cosa ni una única cosa.
    La lalengua es un neologismo creado por Lacan para referirse al modo cómo el bebé recibe en principio el lenguaje. Cómo la sonoridad sin significación es lo primero a lo que tiene acceso el ser hablante. Es decir una sonoridad que quiere  decir algo pero no se sabe qué, una sonoridad que concierne al bebé, que hace vibrar su cuerpo, pero éste no sabe como. Esa sonoridad, nos dice, marca el cuerpo, produce goce y deja huellas, marcas que son del orden del signo, no del significante. 
    Quizá podamos entenderlo mejor si recordamos el estadío del espejo, cuando Lacan echa mano de la etología para explicar cómo al modo de la impronta animal algo queda grabado en nuestro psiquismo en la relación primera con la imagen del otro.  
    Para el ser hablante es en un tiempo dos, cuando debe de someter esas sonoridades, esos signos a los que Lacan nombra como S1,S1,S1.. sin relación, debe de someterlos a relaciones. Es decir pasar los elemento de la lalengua a elementos de lenguaje articulado. Podríamos pensarlo como darles significación metáforica y metonímica a esos S1, engancharlos con S2. El diccionario está confeccionado de ese modo. Por ejemplo: "cariño"..... inclinación  de amor que se siente por una persona animal o cosa
     Este sometimiento nunca se hace sin resto, tampoco sin dolor. y es ahí donde podemos situar los accidentes en el proceso. El autismo, las psicosis, las neurosis son los diversos modos de accidentes en ese proceso, accidentes de los que no hay modo de librarnos.

    El síntoma sería  un modo de domesticación de las pulsiones, como decía Freud, o un modo de hacer con la lalengua  como dice al final Lacan.  Un modo de domesticación personal, cada sujeto tiene su síntoma. El síntoma está hecho de goce.

    La dirección de la cura en cuanto al síntoma iría en la dierección de conseguir convertirlo en lo que Lacan llamó sinthome, es decir un síntoma con el que hay que contar y hacer con él del mejor modo posible. En unos casos se trata de que el sujeto pueda reducirlo, en otros casos, como en algunas psicosis se trata de que es sujeto pueda construirse uno.
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