viernes, 16 de junio de 2017

LA ETICA del PSICOANÁLISIS

J. Lacan, Seminario VII: LA ETICA del PSICOANÁLISIS



 “Amarás al prójimo como a ti mismo” –principio analizado ampliamente por Lacan en este seminario- ¿podría ser uno de los nombres de la “crisis” actual? “Crisis” que no es sino corrupción, expolio, estrago. Esta cuestión, entre otras, hace de absoluta actualidad el estudio de este seminario. Psicoanálisis, una cura distante de la sugestión, el consejo, el adormecimiento místico, el maternage o paternalismo, la invitación al consumo – de medicamentos- y los apaños de psicologías y terapias varias. Una clínica respetuosa de la autonomía de cada subjetividad.
Psicoanálisis, una escucha para acompañar el reconocimiento y acto que conduzca hacia el propio deseo. No una moral.Una ÉTICA.


 
 LA ETICA del PSICOANÁLISIS

La ética del psicoanálisis se desarrolla en un cambio de década con algunos acontecimientos que me parece interesante recordar para ubicarnos en el tiempo. El momento histórico al que Lacan va a referirse. En 1959, empieza la última guerra de Vietnam. Franco inaugura El Valle de los Caídos, mientras se funda ETA como escisión del nacionalismo vasco y Fidel Castro hace la revolución cubana. Mientras, Walt Disney estrena La bella durmiente, Asterix aparece en una revista por primera vez y Severo Ochoa gana el Nobel de medicina, por descubrir el desciframiento de las claves genéticas. En enero de 1960, muere Camus. Kennedy ganará las elecciones. Se inicia así una década que estará caracterizada por una enorme tensión en la llamada “Guerra Fría”, década de los movimientos contra la guerra de Vietnam y que va a contener hacia el 68 la Primavera de Praga, y los movimientos estudiantiles en Paris. Década que algunos llaman de África, debido a la cantidad de países que se liberan del colonialismo. Mientras, también en 1960, Visconti estrena Rocco y sus Hermanos y Hitchcock, Psicosis; Elvis, luego de su experiencia militar canta Love me tender y dos chicos de Liverpool llamados John y Paul se conocen y empiezan a tocar y componer juntos. En 1960, Lacan dicta este seminario y en septiembre escribe dos textos que hoy están en sus Escritos: - Propuestas Directivas para un congreso de sexualidad femenina y - Subversión del Sujeto y dialéctica del deseo en las estructuras freudianas  Es en el año en que Henry Ey, un psiquiatra –y en los tiempos psiquiatrizantes que vivimos, vale la pena recordarlo- organiza el Coloquio de Bonneval(1). Su objetivo es trabajar sobre la condición del inconsciente freudiano, para ello invita a filósofos y a psicoanalistas a compartir sus pensamientos con los psiquiatras del momento. Explícitamente queda excluida la psicología, como nos lo recuerda Elisabeth Roudinesco en el segundo tomo de La batalla de los cien años. Lacan presenta en Bonneval su texto Posición del Inconsciente -también del sesenta- que no se publicará hasta el 66. Si bien Henry Ey esperaba que el psicoanálisis fuese escuchado en el medio psiquiátrico, lo que ocurre en Bonneval es que el triunfo del pensamiento psicoanalítico es aplastante en detrimento del saber médico. Por otra parte, en Trieste, la antipsiquiatría ya había comenzado a dar sus primeros pasos y en 1961 Basaglia asumirá la dirección del psiquiátrico de Venecia, camino que lo llevará a Trieste en donde dirigirá para su clausura el loquero entre 1971 y 1979. Se lo va a considerar el primer psiquiatra sin manicomio. Finalmente, Faucault publica en 1961, su tesis doctoral, Historia de la locura. Esta conjunción fecunda que se inició en los sesenta del siglo pasado, promueve una nueva manera de pensar la cura del sufrimiento humano y uno de sus efectos es que la psiquiatría quedará relegada algunos años –cito textualmente a Roudinesco- “hasta su renacimiento triunfante y desalmanizado, logrado únicamente por la farmacología”… Y en estas andamos. Me parecía importante ubicar lo fecundo de la creación de esa época dado que estamos aún y por no sabemos cuánto más en estos tiempos sin alma. Momento oportuno para una nueva lectura de lo que Lacan escribió entonces. Me detendré sólo en los de esta primera clase. Habríamos de decir que los de Freud y Aristóteles son imprescindibles antes de abordar este seminario, o mientras. A los otros autores se podrá ir o no según el interés y la curiosidad intelectual de cada lector. En este primer seminario tenemos de Freud, Tótem y Tabú, Malestar en la Cultura y el capítulo de los Sueños de Introducción al Psicoanálisis. De entrada Aristóteles, La ética para Nicómaco, el tema del soberano bien se inaugura aquí y recorrerá la historia de la filosofía. Se cita a sí mismo, Ideas directivas para un Congreso sobre la Sexualidad Femenina. Podemos ahorrarnos años y ediciones de los libros porque son todos fácilmente ubicables y supuestamente en la biblioteca de cada uno de los participantes a este encuentro con La Ética. 3 Termino este punto comentando que mencionará la época de Ibsen –si leemos con atención- para reflexionar, luego, sobre el pensamiento de Jeremy Bentham, filósofo inglés del XIX, en que nos detendremos. Primer encuentro, 18-11-59 Nuestro Programa No es usual en la enseñanza de Lacan que hable de programas. Esta vez no solo lo hace sino que efectivamente hay un programa. Porque muchas veces anuncia que va a decir o hacer algo y solo se quedará en eso, un anuncio y para luego dejar que el propio discurso abra vías y caminos. Podríamos decir que el programa plantea algunas inversiones, que me atrevo a poner en serie: 1- Si su época vincula falta con morbidez o castigo, Lacan hablará de lo atractivo de la falta y su función fecunda en el deseo. 2- Si la revolución naturalista creyó en la liberación de lo sexual al punto del libertinaje. Lacan dirá que el libertino en una búsqueda del Otro. 3- Si cierta corriente del psicoanálisis de su tiempo se ha estado ocupando de apaciguar la culpa y domesticar el goce, vía superyó, Lacan le va a oponer una ética basada en “donde ello era yo ha de advenir”. Aclarando que el verdadero deber del analizante es ir contra el imperativo superyoico obsceno y feroz. 4- Señala tres ideales psicoanalíticos de la época, para oponerse a cada uno de ellos. - A la genitalización del deseo, la sexualidad femenina para dar cuenta de que no se trata de eso. - Al ideal de autenticidad y armonía como producto acabado, le responde con el desinterés por lo acabado, planteando que la cura psicoanalítica es una práctica de abrir vías y caminos. - Y al ideal de la no dependencia, que lleva a una profilaxis. Le opone el trauma y su persistencia. 5- La última inversión es cuando en el tercer punto del capítulo, opone a la búsqueda de la felicidad, el deseo de deseo. Este modo puntuado de resumir el primer capítulo, sugiere que estas inversiones son una invitación a pensar nuestra práctica de otra manera. En todo caso dejará los ideales y buenas intenciones del lado de la moral, para desarrollar un programa hacia lo ético. 1- Henry Ey, “El inconsciente” (Coloquio de Bonneval). Ed. Siglo XXI, México 1970. 4 El texto Lacan asegura que se introduce en este tema con vacilación y temor, lo hace en continuidad con el seminario, “El deseo y su interpretación”, para poner de relieve lo que Freud nos enseña tanto de manera general como particular. Ubica, en primer lugar, la contemporaneidad: La experiencia del Psicoanálisis es altamente significativa de un cierto momento del hombre que es aquél en el cual nosotros vivimos… ubicar la obra en la cual estamos sumergidos, la obra colectiva, el momento histórico. Y seguidamente la cuestión de lo particular, la clínica: …esta experiencia particular que es nuestro trabajo de todos los días, a saber, la manera a la cual vamos a responder a lo que llamamos  una demanda del enfermo, una demanda a la que nuestra respuesta da la articulación exacta… para no dejar que se adultere el sentido profundamente inconsciente de esa demanda. Comienza poniendo el acento en lo social en primer lugar, ubicando en Totem y Tabú ese social que se construye. Luego, lo clínico, y no cualquier elemento de la práctica sino el momento de la demanda. Esa manera en que nos ha enseñado a no responderla para no adulterar cierta verdad inconsciente que esta demanda ignora a la vez que despliega. Allí mismo, en la posición ante la demanda, señala la posición ética del psicoanálisis, una posición que permita al sujeto desplegar su inconsciente. Esta posición ética dista de moral, culpa y castigo que deja del lado de las religiones, cito textualmente porque me parece de absoluta actualidad: Resulta a veces singular ver… no se qué vértigo invade, ante lo que les ofrece nuestra experiencia, a quienes se ocupan de la reflexión moral en los medios religiosos. Es llamativo observar como ceden algo así como la tentación de un optimismo que parece excesivo hasta cómico, al pensar que una reducción de la morbidez podría conducir a una especie de volatilización de la falta. Si señalo la actualidad de este tema es por la abundancia de terapias y psicoterapias, que entre concejos conductuales, energéticas, místicas y creencias varias, apuntan a la veloz desaparición sintomática envuelta en cierto discurso de pertenencia a la hermandad humana y cósmica o sea… la volatilización de la falta. En este primer punto del capítulo Lacan va a distinguir esta falta estructurante de aquella que en la religión llama al castigo, a la vez que las vincula. Y se pregunta retóricamente si esta falta no es aquella que Freud ubica como causa, de la construcción de la cultura: el asesinato del padre; concepto que lo llevará a definir la pulsión de muerte, en la segunda época de su producción teórica Lo mismo que en el origen es construcción, será en una segunda vuelta de 5 reflexión teórica, destrucción, estrago, goce. Entre estos dos conceptos una temible dialéctica, dice Lacan, y repito: “temible”. Y podemos retener el adjetivo para retomarlo más adelante. Así, en el territorio de la moral, culpa, castigo, obligación, donde el psicoanálisis señaló un más allá del sentimiento de obligación, la omnipresencia del sentimiento de culpa. Y llama “facies” a estas caras de la experiencia moral. Y según la RAE, facies no solo significa “aspecto”, sino que a nivel médico es: “Aspecto característico que presentan generalmente las facciones del enfermo próximo a la agonía”. Lacan aclara que es así como debemos llamar a estas cuestiones; vinculando moral, culpa y castigo, con pulsión de muerte. Es decir con posición de goce. Y como psicoanalistas estamos referidos, remitidos por nuestra experiencia clínica a saber de esta posición. Más allá de estas facies, la función del deseo en la obra de Freud donde la dimensión moral arraiga en el deseo mismo y es de la misma energía del deseo de donde se desprenderá en último término, la censura. Ubicada la cuestión del goce y el deseo pasa a un breve recorrido filosófico por el siglo XVIII con sus libertinos que prueban el fracaso de la liberación naturalista. Este hombre del goce que suponía un desafío a lo divino: Dios como autor de la naturaleza, es conminado a dar cuenta de las anomalías más extremas cuya exigencia nos proponen el marqués de Sade, Mirabeau, Diderot…..Quien se somete a esta ordalía vuelve a encontrar… el Otro ante el cual esa ordalía se presenta, el Juez a fin de cuentas de la misma. De la perversión del libertino recogida por la literatura de su época, pasa al perverso polimorfo freudiano y a lo que produjo una mala lectura de esta cuestión. Al menos una lectura que Lacan critica, la de los postfreudianos que terminan planteando una suerte de moralismo más comprensivo, donde el psicoanálisis parecía tener como fin, el apaciguar la culpa. Así, la cura analítica pudo ser transformarse en cierto intento de domesticación del goce perverso. Para señalar lo erróneo de esta posición, nos vuelve a remitir a la cuestión del deseo, trabajada en el Seminario VI, retomando el concepto de objeto parcial, en torno al cual gira toda la cuestión del deseo y su diversidad, lo que ha permitido a nuestra experiencia hacer el catálogo de las tendencias humanas. Para profundizar en esta cuestión, nos anuncia que lo hará a través de Aristóteles hablando de la ética por fuera del campo de la moral, en lo que Lacan califica como la obra más elaborada sobre este tema, La ética a Nicómaco. Introduce este texto para detenerse en los deseos sexuales que son aquellos que Aristóteles señala por fuera de una moral y que califica de anomalías mostruosas o bestialismo, de ahí su interés para nosotros. Y subraya que el solo hecho de reconocer que la moral actual sea aristotélica, da al psicoanálisis su carácter subversivo e incomprensible. Deja este tema simplemente puntuado. Sabemos que lo retomará.Comienza el segundo punto recordando que Totem y Tabú da lugar a la génesis del superyó, lo que lejos de ser una socio génesis o una psicogénesis, 6 queda atada a la dimensión significante y la ley del discurso. Lo que hace surgir la pertinencia de diferenciar cultura de sociedad. Para dar cuenta de estas cuestiones nos remite a Malestar en la cultura (1922) escrito que define como esencial en la producción freudiana para nosotros analistas. Este texto le sirve a lacan para insistir en que lo moral no se limita a las funciones superyoicas. Y recuerda que él calificó a esta instancia como obscena y feroz. De lo que se trata en psicoanálisis es lo que llama el ascetismo freudiano: Wo es War, soll ich werden (donde ello era, yo –je- ha de advenir, aunque aquí no está traducido) Importante señalamiento clínico sigue a esta introducción del axioma freudiano, que Lacan coloca en el mismo momento de entrada en el análisis, cuando el futuro analizante -ese “je”- se interroga, no solo es interrogado, sobre lo que quiere. ¿Avanzará sobre lo que quiere o se mantendrá en las exigencias superyoicas productoras del mismo malestar? Lacan dice: … imperativos a menudo extraños, paradójicos, crueles…¿Debe o no debe someterse al superyó?... ¿Su verdadero deber… no es ir contra ese imperativo? Pasa así a preguntarse y preguntarnos sobre el deber de nosotros analistas. Vamos a comprender, alojar respondiendo a la demanda de no sufrir. Y resume una respuesta en lo que llama los tres ideales analíticos: - El amor humano - La autenticidad - Profilaxis de la dependencia. Evidentemente, a nosotros postlacanianos desde hace muchos años, ya no estamos en 1959, esta sencilla enumeración nos despierta una sonrisa, algunos podrán considerarse más allá de cualquiera de estos ideales. Con el tercero de estos ideales, abre al campo de la educación y la tendencia ortopédica, de la que estamos rodeados en las terapias actuales y Lacan advierte especialmente de este riesgo a los analistas que trabajan con niños. Vuelve a concluir con una referencia de la Ética a Nicómaco, donde Aristóteles hace un juego de palabras entre éthos y êthos, costumbre y carácter distintivo respectivamente, para asegurar que la ética de Aristóteles es una ética del carácter, formación del carácter, dinámica de los hábitos. Una educación. Iniciamos así el tercer y último punto de esta presentación programática con una distinción entre el objeto de Aristóteles, el Soberano Bien (ambos con mayúsculas) y el tema en Freud: el placer. Se pregunta Lacan si esta cuestión es o no la misma en cada uno de los procesos, primario y secundario y 7 comenta que es imposible avanzar en esta reflexión si no se hacen servir sus propios conceptos de simbólico, imaginario y real (aún escrito con minúscula). La cuestión ética … se articula a partir de una orientación de la ubicación del hombre en relación con lo real. Para pensar esta cuestión sugiere un camino, reflexionar sobre lo que ha pasado en el intervalo entre Aristóteles y Freud. Y ante el susto de imaginar que vamos a estudiar toda la historia de la filosofía ocurre algo sorprendente, Lacan inicia el estudio de este intervalo en el S XIX. Nos ha hablado de la moral libertina del XVIII y ahora introducirá a Hegel, porque hace caer al amo que ha regido desde la teorización aristotélica hasta el S XIX. Cae el amo a la categoría de el gran chorlito, el cornudo magnífico de la evolución histórica, pasando la virtud del progreso por las vías del vencido, es decir del esclavo y de su trabajo. Un toque por Hegel para introducir a Bentham, con su teoría utilitarista que no apunta solamente a la repartición de los bienes del mercado, sino a separar los conceptos de ficticius y real. Jeremy Bentham nació en 1748 y murió en Londres en 1832. Sus obras más importantes son Introducción a los principios de moral y legislación, de 1789 y Teoría de las penas y las recompensas, 1818. Sostiene que el acto humano o cualquiera de sus producciones sociales han de ser evaluados según el placer o el sufrimiento que deparen; único modo de definir su utilidad. Fundamentando así una nueva ética basada en el disfrute de la vida y no en el sufrimiento o el sacrificio. Para Bentham bien y felicidad son lo mismo y dado que es un jurista; sostiene que la función de todo buen gobierno será promover la felicidad y evitar el dolor, lo que lo lleva a concluir que lo social debe basarse en "el interés de la auténtica ciencia y del progreso del liberalismo". Inventa en el libro Teoría de las penas… el Panóptico. En principio se trata de una cárcel para triturar picaros en honestos y ociosos en industriosos. Propone la construcción de edificios con fines represivos donde los presos pueden ser observados desde todo ángulo y todo el tiempo sin que lo sepan. Este “ojo vigilante” podría ser aplicado también a escuelas y fabricas, con fines no solo represivos sino productivos y en cualquier espacio donde se requiera el control y la pan observación. Foucault; para quien Bentham es el continuador de Rousseau en su sueño de una sociedad límpida, visible y legible; ha analizado el Panóptico en su libro Vigilar y Castigar. Marx, un contemporáneo, critica a Bentham severamente. Lo acusa de oráculo seco, pedante y charlatán; exponente del modelo burgués del XIX. Por último indicar que el autor en que he basado esta lectura, D. A. Fucks, encabeza el artículo que lleva por nombre “Lo Real; Lo Real, lo Real”, con una 8 idea de Nietzsche que dice: El hombre no tiende a la felicidad, solo el inglés hace eso. Volvemos a Lacan –luego del toque nietzscheano- para recordar que propone una nueva lectura de Bentham, donde le interesa una cuestión dejada de lado en los análisis que se han hecho de este autor; del que señala que ha producido una revolución en el concepto de real distinguido de ficción. Colocando, a diferencia de Aristóteles, el placer del lado de lo real y a la verdad estructurada como una ficción. Lo ficticio; en efecto, no es por esencia lo engañoso, sino hablando estrictamente lo que llamamos lo simbólico. Para Freud el placer está del lado de lo simbólico, de lo ficticio. Según Lacan, Bentham encadena el placer a lo real y esto es lo que interesa. El punto de coincidencia es el del fin. A Freud no se le escapa que la felicidad es lo que debe ser propuesto como termino de toda búsqueda, por ética que ella sea. Solo que en ninguna parte hay algo preparado para que esa felicidad sea llevada a cabo y esta es la lectura que Lacan hace del Malestar en la Cultura. Es más, el humano no tiene una relación univoca con su anhelo: lo rechaza, lo censura, no lo quiere. Volvemos a encontrar aquí la dimensión esencial del deseo, siempre deseo en grado segundo, deseo de deseo. Y concluye el capítulo primero con una referencia a la clínica, será en el terreno de las perversiones, con el estudio del masoquismo donde podremos abundar en la cuestión de la estructura del deseo.



Texto corregido y editado por las la Lic. Diana S. Gurny
















Barcelona 17 de Diciembre 2012
 Seminario Umbral “El psicoanálisis y sus psicoanalista
Laura Kaitt