
Un poquito hay que creer en el YO; sino no podríamos hacer
ni un huevo frito; pero si por hacer un huevo frito me creo un Gran Cheff estoy
perdido. Y esto también funciona a la inversa, dinámica que al neurótico le
conviene mucho: si, por ejemplo, como creo que nunca podré pintar como Van Gogh
o escribir como Borges, no pinto ni escribo, entonces no me la creo y nunca
produzco nada. Y como los extremos se tocan: de las dos formas estoy creyendo
en mi YO. Por eso es necesario no creer demasiado en él. Lacan dixit:
"Creer en un YO: eso sí es la verdadera enfermedad, puesto que el YO está
estructurado como un síntoma." o "El único verdadero delirio es el
delirio de infatuación".
La infatuación en algunos textos sobre psicología alude
específicamente a cierto estado emocional caracterizado por el dejarse llevar
por una pasión irracional, especialmente por el amor adictivo. La infatuación
ocurre normalmente al inicio de una relación amorosa. La misma está
caracterizada por: urgencia, intensidad, deseo sexual y/o ansiedad, donde hay
una extrema absorción del uno con el otro. Se le asocia comúnmente con la
juventud y denota infantilismo.
Creérsela es pensar que el otro (el amigo, el partenaire,
quien sea) va a caer a los pies de uno. Creérsela es pensar que cuando alguien
nos dice “te amo” o “sos hermoso” o “sos inteligente”; realmente lo somos: es
no entender que en todo te-amo está la idealización de la propia mirada vía
fantasma. O, como nos recordaba Lacan, no entender que “amar es esencialmente desear
ser amado”. Cuánto más repetimos esa holofrase, más queremos escuchar el
mismo performativo que retorne cual espejo. Y si bien los amantes se regocijan
con eso (ya que es la música del alma
predilecta de un vínculo amoroso); todos
caemos en la misma ficción de… creérnosla. De allí que también Lacan decía: “Si quieren
encontrar el mayor engaño, búsquenlo en el amor.”- Esto no implica, obviamente,
que dicha ficción (después de todo, ¿qué cosa no lo es si toda realidad es
fantasmática?) nos haga volar y perder la cabeza. Y esto el partenaire lo
percibe y allí es donde se la cree. Jugado a todo esto se suma la supuesta
incondicionabilidad que el neurótico supone y pretende de su pareja amorosa.
Porque ese es el goce perdido que espera alcanzar: el Das Ding; el Soberano
Bien que supone incondicional. Se trata,
de dar la falta sabiendo que esa ficción también me rescata y me libera: toda
Castración incluye un goce concomitante. Toda Castración es por uno, sino el
Sujeto no la ejecuta. El problema es que se conjuga la imagen (el orgullo) y
ahí estamos en problemas porque comienza la afanosa competencia por el Falo: el
objeto más preciado del neurótico, metaforizado por su Imagen. Es decir: por lo
que él cree Ser para el Otro.
Por eso muchas veces digo que el peor amor es el
incondicional –que de todos modos no existe- y que suele creerse de una Madre:
ese neurótico no sólo se la cree sino que está en el horno pensando que esa
Madre es todo para él y viceversa. Por eso empiezan los problemas cuando esa
Madre mira hacia otro significante que también la represente o cuando ese niño
crece y debe tomar otros caminos. Sin embargo siempre hay una esperanza de
re-encontrarse con ese goce. Lo que el neurótico no entiende –no le conviene
porque eso llevaría a angustiarse- es que Aquiles nunca alcanzará a la Tortuga:
podrá sobrepasarla pero nunca alcanzarla. De allí que el lógico Lacan ha
descripto muy bien el Goce Absoluto, incestuoso, como Imposible.
El Sujeto puede bien Caer Enamorado (Fall in love) cuyo
mecanismo inconsciente siempre se pone en juego vía el objeto agalmático causa
de su deseo (es decir: el objeto que lo causa -que está por detrás- no el objeto
que cree es el lo Seduce -el que está por delante-) y es ahí entonces donde se
puede Castrar ubicándose en la posición de OBJETO y no de FALO. Toda la
filmografía y la literatura habla de esto siempre. Recuerdo ahora una película
("La Mejor Oferta"), donde el protagonista puede llegar a perder(lo)
todo para ganar algo. Pero ese algo no es poco. Cae su imagen (de una coraza
obsesiva perfecta) y hay una escena donde él se encuentra con todo una sala
vaciada, donde advierte por fin que todo ha sido un engaño; incluso el amor.
Pero, como dijimos, ese engaño no implica no haber alcanzado el Cielo.
Hablando de Cielo: ¿Cuál es -según creo- el prototipo de
creérnosla? Pensar que hay un Ser Único, un Dios Omnipresente y Omnipotente,
que nos ama infinitamente y que nos dará el SalvoConducto a ese Paraíso
Perdido. De allí que todo neurótico es un religioso en potencia. De allí
también que Lacan ha dicho alguna vez que el Otro es Dios. (O que Dios es
inconsciente.
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