LA IMAGEN
DEL CUERPO EN LA ANOREXIA , SÍNTOMA HISTÉRICO
ENFOQUE PSICOANALÍTICO
RESUMEN
El síntoma anoréxico vinculado a la imagen del cuerpo
constituye una epidemia en las sociedades actuales, especialmente en aquellas
de alto consumo de la moda. La Anorexia es una forma moderna de histeria
colocada sobre el cuerpo, puesto que la histérica se somete a una determinada
moda, y a una imagen de mujer perfecta para construirse un ser. El no comer es
una decisión estética para mantener la delgadez extrema que es la imagen de la
mujer según los cánones de belleza actuales, más allá de ser un síntoma
conversivo. Mantenerse a la moda es una respuesta a la pregunta ¿Qué es la
mujer? que se plantea la histérica para construirse un ser y una imagen de
cuerpo ideal. La imagen del cuerpo incide en la formación del síntoma anoréxico
ya que no coincide con su ideal a partir del cual mantiene su deseo
insatisfecho. Es una pelea por defender su deseo del todo que le ofrece el Otro
que gana la pulsión que va camino al Goce Otro del lado femenino.
Allegra Versace |
Karen Carpenter |
Gemelas Olsen |
Nickky Hilton |
Victoria Beckham |
Demi Moore |
Lindsay Lohan |
Lady Gaga |
Agustina Cherri |
El síntoma anoréxico se ha convertido en una epidemia dentro
de las sociedades de alto consumo, en las que el “no comer” es una elección del
sujeto para mantener una imagen de cuerpo delgado y esbelto promovido por las
top models que de algún modo representan una imagen de mujer perfecta que el sujeto
imita como una respuesta ante la pregunta ¿Qué es una mujer?, que se plantea la
histérica.
Los síntomas dependen del imaginario que domina en cada
época. Es así que el síntoma anoréxico dentro de nuestro entorno social
responde a políticas socioculturales que promueven imágenes de mujeres
delgadas, esbeltas, deportistas, pero la silueta que se quiere mantener a
través de dietas extremas y gimnasios no aparece acompañada por la vivencia de
bienestar que resultaría de una vida considerada saludable.
La anorexia es un síntoma de lo actual en el sentido de la
época. Una época se puede definir como un modo de gozar, o de vivir la pulsión
fechable según el contexto del discurso, es decir del lazo social. Es un modo
de gozar mixto ya que por un lado implica lo real de la satisfacción pulsional,
y por otro hay una envoltura formal de ese modo de gozar, de esa satisfacción
real.
Hay sociedades en las que el síntoma anoréxico se ha
convertido en una epidemia, éste aparece en la pubertad y específicamente en
mujeres, presenta una fuerte referencia a la imagen corporal: obsesión por la
imagen del cuerpo, y percepción deformada del mismo, que constituyen un
síndrome clínico que pertenece a nuestra época: caracterizada por sociedades
capitalistas que uniforman el goce, donde el tener todo no da lugar a la falta
ni al deseo del sujeto, y como respuesta surge la falta en ser, tapada por la
imagen.
Esta exigencia del cuerpo perfecto que se vive actualmente,
es más marcada en sociedades de alto consumo en moda estética e imagen
corporal, donde el poder económico para vender más, con su parafernalia de
cremas reductoras, pastillas naturales mágico-adelgazantes y alimentos
dietéticos para cada gusto y ocasión imponen una nueva forma de vida que
compromete el narcisismo femenino y conduce a que las mujeres vivan pendientes
del espejo. Estas imposiciones político-culturales responden a la necesidad de
mantener un so juzgamiento sobre el cuerpo de las mujeres promovido por ellas
mismas, la necesidad de responderse a la pregunta ¿Qué es una mujer”, que
sostiene especialmente la anoréxica.
Síntoma histérico:
A través de la anorexia como síntoma histérico es que el
sujeto se plantea la pregunta histérica sobre la sexualidad y sobre que es la mujer,
por otra parte surge el deseo insatisfecho que es mantenido, por el sujeto, en
el horizonte como algo inalcanzable donde el objeto a promete ilusoriamente que
una relación sexual pueda existir. Por eso el sujeto puede tener la certeza
ilusoria de haber encontrado lo verdadero, lo único, hasta que el acercamiento
al objeto le haga caer la ilusión y decir: “eso no era lo que quería…”. Luego,
en su queja denuncia que la relación sexual no existe. Mostrando una verdad
inconsciente a la que no se acerca para no asumirla, sino que la reprocha y en
su discurso denuncia al otro como culpable.
El deseo interviene en la formación del síntoma, Lacan en su
teoría desarrolla una detención de la histérica en la etapa del clivaje entre
la demanda y el deseo. La histérica manifiesta en su síntoma el rechazo de la
irreductibilidad de su deseo a la demanda o a una necesidad, es así que la
anoréxica no come nada manifestando así el más allá de la demanda, que es la
ruina del sujeto cuando falta la falta.
Entonces el deseo de la histérica es: “ser deseo no de un
objeto sino de un deseo” su deseo por el deseo del Otro, siendo este el resorte
de la identificación que se efectúa sobre la base de un deseo común, de una
misma disposición afectiva, sin que la persona sea objeto de un investimento
libidinal.
Esta identificación sobre un deseo común se efectúa por un
síntoma. El sujeto histérico se apropia de un síntoma en tanto este represente
una comunidad de relación al deseo. La histérica, a través de la identificación
hace posible la existencia del Otro, sacrificándose a mantenerse barrada para
sustentar al Otro completo. Por lo tanto la histérica se mantiene barrada como
sujeto, sufre y lo dice; lo muestra en su síntoma.
Por otra parte, la histérica se pregunta ¿qué es una mujer?,
respuesta a la cual no puede acceder desde el goce fálico, sirviendo este como
un puente para llegar a la respuesta por la feminidad. En la búsqueda de una
respuesta se identifica a diferentes figuras y modelos estéticos siendo el predominante,
en estos tiempos, el de la delgadez y, para sostener su pregunta por qué es una
mujer debe dirigirse al amo. Ella pone en el lugar de amo a la moda que impone
una imagen de delgadez extrema a la que aspira alcanzar y que siempre mantendrá
inalcanzable.
La anorexia:
Freud plantea que la Anorexia aparece como un síntoma
conversivo, como una repulsa a la sexualidad que se da en la histeria y la
clasifica dentro de las Neurosis actuales cuya etiología describe el fracaso de
la elaboración psíquica de la excitación sexual somática ya que hay algo de lo
real del goce que no consciente en ser traducido al significante. Es lo que
sucede en las anoréxicas que posteriormente Lacan ubica en el lado de lo
femenino del Otro goce, y como una respuesta a la pregunta sobre ¿Qué es una
mujer? que se plantea la histérica, pero no desde el goce fálico, sino en
dirección del Otro goce.
Entonces es un síntoma que saltea el inconsciente, que se
resiste a ser absorbido por el dispositivo analítico. Por lo tanto el síntoma
anoréxico no responde a la interpretación analítica como lo hacen los síntomas
conversivos, porque no es una formación del inconsciente característico del
grupo de las neurosis actuales.
Desde la perspectiva de Lacan el síntoma Anoréxico, es un
síntoma que hace signo, pero no se deja traducir al significante. Pertenece a
la vertiente del acto, donde se está entre ambos: entre el “acting out” que es
una llamada al Otro, o el pasaje al acto que por el contrario implica la
separación tajante y el no querer saber nada del Otro, es decir el rechazo del
inconsciente. La anorexia responde a este “pasaje al acto”.
Por otra parte menciona que todo síntoma se presenta como un
goce que se resiste a dejarse tramitar por la máquina de los significantes. En
la crisis anoréxica hay un lenguaje sin mediación de la palabra donde lo
rechazado por la palabra aparece en otro plano: ser el objeto, la realización
en un objeto. El objeto de moda, el cuerpo delgado, es el ser de la anoréxica;
ser anoréxica constituye una forma de situar el ser, de situar el goce, es un
nombre propio hecho de goce. Dentro de su discurso está su pasión por ser
delgada, etérea, que denota un particular encuentro con el Otro.
El deseo busca su satisfacción con objetos, y como
respondiendo a un mandato superyoico el sujeto queda atrapado por las dietas,
donde el peso, y el cuerpo constituyen los ejes sobre los que se debate la vida
del sujeto.
Lacan desde el deseo hace referencia a la separación entre
necesidad y demanda en la cual se ubica precisamente el deseo, cuyo
atravesamiento altera la función alimentaría dando lugar a la anorexia como
paradigma de tal alteración. Entonces define a la anorexia como el “deseo de
nada”, el sujeto trata de sostener su deseo como algo externo a la demanda, como
algo más importante que la necesidad alimenticia; para sostener así su deseo de
Otra cosa, donde al aparecer el imperativo “come” hace que el sujeto haga lo
contrario a lo que se le impone, a esa demanda incondicional, comiendo nada.
Deseo de nada que surge ante la saturación de objetos que le
ofrece el Otro para tapar la falta del sujeto. Sostengo que el origen de la
anorexia nos remite a la etapa oral, donde la particularidad de la anoréxica
fue haber sido tratada como un “envase a llenar”. Ante esto el sujeto defiende
su deseo con la nada, entonces desea nada, ya que el Otro no puede satisfacer
su demanda de amor. La actual “moda” de promover el “amamantamiento a demanda”, basándose en supuestas cuestiones
sentimentales , está “alimentando” la posibilidad de un incremento de futuras anoréxicas.
Cuando el llanto de la beba “pide amor”, se le da “leche”,
Que no es sinónimo de amor,
lo tenemos claro. El llanto del bebé
debe escucharse como demanda de amor
, no como “hambre”.
Es la demanda que el Otro no puede responder por que sería
responder al deseo, es una demanda de amor, y esto significa para el Otro dar
precisamente lo que no tiene, puesto que a él también le falta el ser. Es lo
que se llama amor. Se trata de la
demanda de “algo” que para la anorexia ese algo es la demanda de nada: Es una figura de la nada como objeto del
don amoroso (Hekier, 1996a).
Entonces a la demanda de ser nutrido la desborda un deseo, y
para que no se extinga el sujeto no se deja nutrir, se niega a desaparecer como
deseo. Si se satisface la demanda, se
mata el deseo, entonces el no dejarse nutrir, es lo que mantiene el deseo.
En conclusión la anoréxica dice: no como
para no ser comida, para no ser devorada.
Por otra parte la demanda de la anoréxica gira en torno a la
aspiración de que el cuerpo desaparezca, para que el deseo como tal subsista
[…] la anorexia es el único modo que el paciente pesquisó para llegar a surgir
como sujeto deseante fuera del deseo de la madre (Hekier, 1996b) que es ese
Otro, donde su padecimiento surge como significante del deseo. Todo este
mecanismo surge como una forma de ocultarse de su ser, encuentra la posición de
yo no pienso y es un objeto, pero a la vez clama por un menos en el Otro. Arma
su maniobra de estar llena para tratar de excluir al Otro, para salvaguardar su
deseo, y crea al mismo tiempo angustia en el Otro, madre totalizante a la que
coloca en menos.
La anoréxica en relación con el deseo, sostiene su negativa
a alimentarse; surge el rechazo como síntoma de deseo, llegando al punto del
goce de la pulsión de muerte, y goce del hambre, coincidencia fatal de un deseo
en el que el sujeto al borde de la muerte intenta sostener su ser.
La vida sólo es posible por efecto del corte, y al
producirse este corte hay una pérdida de la libido en el sujeto, el sujeto en
esta hiancia no orienta la pulsión sexual a objetos exteriores, sino que
encuentra su satisfacción en el propio cuerpo como objeto, se hace objeto,
entonces hablamos de una pulsión autoerótica.
En esta división el sujeto se constituye en el lugar del
Otro como marcado por el significante donde queda un resto, que denominamos
objeto a. Es el objeto a perdido por estructura, que
paradójicamente es caracterizado como la falta de objeto. Lacan retoma este
concepto del objeto perdido por estructura, y lo instaura como el objeto de
deseo que resulta de la separación que hace el lenguaje entre el cuerpo y el
goce, donde el objeto a es el resto.
Por otra parte hay una recuperación de goce, con la que
Lacan llama al objeto a “plus de goce”. Este plus de gozar se articula
con la pulsión parcial del autoerotismo, donde el objeto a como causa de
deseo se vincula con la pérdida, y en su función de “plus de gozar” se vincula
con la recuperación de la pérdida.
Es así que el goce del síntoma es una forma de recuperar el
goce de la pérdida de ese goce todo. Pero el objeto a en tanto objeto de
la pulsión se va a plantear en relación al cuerpo como sucede en el síntoma
anoréxico. Entonces desde lo real se puede definir al cuerpo como objeto a,
alrededor del cual la pulsión hace su circuito.
Aquí la comida hace semblante del objeto, constituyendo el
objeto de la pulsión. Nos referimos a una pulsión oral que queda alterada por
la imposibilidad del deseo donde los pensamientos se quedan sometidos al
imperativo “no comer”. En la pulsión el sujeto se encuentra en silencio, el
cuerpo es el que habla por el sujeto, de modo que la anoréxica entra en un
silencio que da lugar al cuerpo, entonces deviene un sujeto hablado por su
cuerpo.
En la crisis anoréxica hay un pasaje al acto: surgen actos
que se le imponen al sujeto imperiosamente obedeciendo a la pulsión y el goce
que emerge de ese acto que se repite continuamente y no puede ser frenado por
el sujeto. Luego del episodio emerge una queja anudada en el cuerpo que habla por
el sujeto, ya que ella no da cuenta de su padecer, en realidad lo ignora.
Entonces como una respuesta, y como el sujeto no puede
sostenerse en el ser representado por significantes prefiere “No pensar”, solo
es una marca, un icono al que se identifica para tapar su falta en ser.
Es la dimensión de lo fallido del pasaje al acto, limite
previo en el que el sujeto interrumpe el recorrido de la pulsión en torno al
objeto a, y se precipita de la escena transformándose en ese objeto,
donde encuentra una cierta satisfacción pulsional a la que no puede renunciar.
Se identifica con el objeto a para mantener la
consistencia del Otro. Es un modo particular de presentación de la pulsión que
denota una posición de objeto del sujeto, debate su ser intentando excluir al
Otro para sostener su deseo, para que le sea propio y así salvaguardarse de su
naufragio. Se queja de estar llena del Otro por eso necesita excluirlo para
poder incluirse como deseante. Para ello se identifica como objeto: pulsión
narcisista. Ella quiere alcanzar una imagen perfecta y para conseguirlo entra
al mercado de los productos, pero no alcanza nunca esa imagen, entonces se
identifica a ser ese producto donde la repetición la embarca en un goce incontrolable donde el no comer
deviene un imperativo que no puede controlar.
Ella se considera como objeto a, evadiendo toda
responsabilidad puesto que no se hace cargo de lo que le sucede a su cuerpo. Es
la consumidora de productos para adelgazar, que rinde culto a su propia
vacuidad con su posición narcisista que da cuenta de una satisfacción del
sujeto de si y para si, donde la repetición introduce el goce. En esta falta de
prohibición del goce se presenta el superyo, con una orden que no puede ser
aprehendida en las redes significantes, no hay mediación del pensamiento y
lleva a una acción que tiene efecto sobre el cuerpo, es un más que no se
articula al placer, sino a la muerte.
Por otra parte la pulsión abarca la sexualidad del hombre,
en el sentido de la relación del sujeto con el Otro y con el objeto. Lacan
menciona que “la relación sexual no existe”. No existe una complementariedad
entre los sexos, de ahí que se afirma que no hay relación sexual. Hay una falta
en el inconsciente puesto que no existe el significante para representar al
Otro: no hay Uno y Otro en el inconsciente, sólo hay Uno. Por lo tanto el único
signo que puede inscribir el goce en el inconsciente es el falo, y por tanto,
el goce fálico es el único goce del cual el inconsciente puede saber porque se
inscribe en él a través del significante unario.
El goce fálico, es un "goce limitado que obedece a la
estructura discreta del lenguaje", sin embargo el significante fálico no
puede dar cuenta de todo el goce, algo se le escapa, no puede ser cifrado por
el falo, eso que escapa es el goce Otro que queda excluido.
La forclusión del Otro sexo implica la forclusión del goce
Otro, y la inclusión del goce fálico y la forclusión del goce Otro en el
inconsciente, determinan la imposibilidad de la relación entre los dos goces.
Entonces "La no relación sexual que
Freud descubre, y que Lacan formula, consiste en decir que el cuerpo a cuerpo
amoroso no une, no hace relación y que cada uno goza solo y ninguno de los dos
goza del otro"
Es precisamente lo que denuncia la anoréxica poniendo en el
centro de su deseo esa nada por medio de la cual trata de escapar del lugar de objeto que le asigna el Otro, y lo
pone en menos denunciando que ese Otro no es completo como se muestra. Entonces
la anoréxica con su “no” a la comida intenta afirmarse como sujeto independiente
del Otro, se atreve a oponerse al Otro; siendo esto el único punto en el que
puede jugar su libertad como sujeto, pero al final se convierte en una lucha
por el deseo que gana la pulsión.
El deseo anoréxico es defensa contra el goce que con el “no como” responde ante la demanda de
aplastamiento del Otro,que “tapona la boca con leche e ignora con este acto
a un ser deseante”, donde la pulsión de muerte surge a partir de la negación
del otro castrado, del fantasma del Otro del goce total.
El Cuerpo:
La imagen del cuerpo juega un papel principal en el síntoma
anoréxico donde la imagen es distorsionada, es decir que se percibe una figura
completamente distinta de la real.
En la anorexia hay un goce que irrumpe el cuerpo en el
momento en que el sujeto se encuentra con el Otro sexuado al que rechaza. De
este modo la delgadez del cuerpo da una apariencia andrógina siendo una muestra
del rechazo del sujeto por constituirse en mujer, modo de rechazar a este Otro,
y a la sexualidad.
Aquí se puede ver la realización de un fantasma anoréxico
que es el miedo a quedar ubicada como el objeto de goce del Otro, teniendo
formas femeninas “ser comida con la mirada”, entonces hay un retorno del goce
al propio cuerpo, goce del Uno que desfigura el propio cuerpo.
Hay un autoerotismo del cuerpo donde surge el goce de la
privación y el rechazo al semblante. En cuanto al rechazo del goce sexual la
anoréxica rechaza el semblante de objeto, como la histérica. Ella rechaza el
deseo de vivir por una acumulación de nada en el vacío del cuerpo.
En este contexto es importante definir qué es el cuerpo en
psicoanálisis, y a partir de este ver su papel dentro del síntoma anoréxico,
tomando en cuenta el cuerpo imaginario y cómo influye éste en la formación del
síntoma
Las características del Yo no corresponden a lo real del
cuerpo, no responden a la verdadera naturaleza del sujeto. Precisamente porque
el sujeto se pierde al hablar es que necesita reconocerse en algún lado como
permanente, al mismo tiempo que desconociendo sus determinaciones: esa es la
función del Yo.
Esta imagen con la que se identifica el sujeto, donde el Yo
es el efecto de la identificación, es decir la transformación que sufre el
sujeto cuando asume una imagen.
La construcción de ésta imagen del cuerpo ideal depende de
cómo asuma su cuerpo frente a ese Otro que invita al sujeto a reconocer su
imagen frente al espejo, y ésta va a dar lugar a la formación del Yo. Esa
imagen aparece como una unidad, y la impotencia motora causa una rivalidad con
la imagen, que el sujeto la vive como amenaza de fragmentación. Hay una
transformación del sujeto al identificarse con esa imagen que da lugar al Yo.
Para el hombre, la imagen en que se aliena el deseo es la
que ocupa el lugar de la propia. Esto tiene consecuencias: si un semejante con el
que un sujeto se identifica se interesa en otro objeto, el sujeto también lo
hará. Esto impone la fórmula: el objeto del deseo es el objeto del deseo del
otro, válido también para el narcisista que enmascara que el deseo es el
deseo del Otro: que hay deseo porque el Otro está castrado y es deseante.
El sujeto se ubica en este lugar para formar sus
identificaciones, ya que es el cuerpo el que sostiene las significaciones desde
un punto fuera de lo ideal.
Por otra parte el Yo ideal es la primera forma en la que el
yo se aliena, que es la unidad del cuerpo en la imagen, todavía sin predicado
alguno, sólo la unidad; es el punto de partida del yo. Mientras el Ideal del Yo
es el lugar desde el cual el sujeto es mirado, el lugar donde se le dice qué y cómo
debe ser para alcanzar esa perfección, lugar en el que la anoréxica pone esa
imagen del cuerpo delgado la cual constituye su Ideal de Yo, haciendo cualquier
cosa por alcanzarlo.
La función del Ideal del Yo está encarnada en la mirada del
Padre y encuentra su lugar en el estadio del espejo. Mientras el Ideal del Yo
es el lugar desde el cual el sujeto es mirado, el lugar donde se le dice qué y cómo
debe ser para alcanzar esa perfección.
En la mujer es más evidente ubicar la alteridad del falo en
el cuerpo propio, el cuerpo femenino falicizado, un no – todo que puede verse
sustituido por la imagen. La anoréxica recurre a una imagen ideal, ya que está
suspendida su relación con el falo simbólico, como una suplencia fallida de lo
que el significante fálico permite nombrar en cuanto a la sexuación, siendo el
falo el goce sexual en tanto está coordinado con el semblante.
El falo hace hablar dando lugar a lo real del sexo a través
del semblante, pero cuando responde la imagen estamos en el reino del silencio
de muerte. Hay un rechazo de lo inconsciente, entonces el goce de la maniobra
con el cuerpo es más aceptable ya que el inconsciente no lo es, por eso es que
elige la imagen del cuerpo que le permite un no saber.
La anoréxica se escuda en una imagen, es su modo de esquivar
el semblante ya que en esta imagen a la que se identifica, no quedan
articuladas la castración y la verdad propias del semblante y de las cuales el
sujeto no quiere saber.
La mujer al hacer que su cuerpo opere como falo, como
compensación por la envidia del pene, el penishneid, se ubica en una posición
narcisista donde ese imaginario cuerpo falo conduce a la mujer a apartarse de
la castración simbólica. La mujer anoréxica está del lado del tener, pero desde
un goce del tener que le es insuficiente. Va camino al goce femenino puesto que
se trata de individuos sin significación fálica, son falos no sometidos a la
falta.
Se presenta una perdida de todo límite, de todo resguardo
frente a la mortificación del cuerpo, no hay un límite para la anoréxica, es
adelgazar hasta morir. No hay mascarada, sino una mascara fija, no hay
consentimiento sino sólo empuje en la búsqueda de ese Otro que pueda obturar su
demanda ilimitada (Botto, 2002).
Podríamos situar al síntoma anoréxico del lado femenino, es
decir ya no del lado del goce fálico como los demás síntomas, sino del lado
femenino de “la mujer” en relación al Otro goce. Ya que este síntoma surge mayormente en la pubertad, esta es una época
donde el cuerpo de las mujeres se ve afectado particularmente.
Ese momento hace referencia a las modificaciones corporales
fisiológicas. Será que lo que irrumpe en ese momento en la imagen es el exceso
fálico de ese cuerpo femenino que está supliendo por entero al falo que falta.
Entonces hablamos de una irrupción fálica en la pubertad. En la anoréxica el
cuerpo se presenta con características que evocan un masoquismo erógeno, es
decir no regulado por el fantasma, el adelgazamiento extremo que va vinculado
en muchos casos a una imagen de adolescente.
Hay un tiempo en el que se encuentran con su cuerpo como
extranjero, como extraño, como Otro, un cuerpo que les perturba, ya sea por la
mirada de los hombres, o que ya no les entra la ropa que tenían, o porque el
espejo le devuelve una imagen extraña, y sitúan ese momento en relación con lo
no reconocido en la imagen misma. Entonces se produce un actuar sobre el cuerpo
para producir esa marca que no es la simbólica que protege de la pulsión de
muerte, sino un real que casi conduce a la muerte.
Freud habla de que no hay una representación del órgano
sexual femenino en lo inconsciente, y ubica la sexualidad femenina en relación
con un déficit en lo simbólico, como algo imposible de escribir, algo imposible
de representar. Y plantea que la importancia que las mujeres le atribuyen a su
propio cuerpo es una compensación por la falta fálica, marca el interés por el
espejo en las mujeres. Esta relación particular con el espejo se da como
compensación a la falta fálica.
Retomando esto Lacan plantea que hay una dificultad especial
para la identificación sexual en las mujeres. La sexuación implica una
identificación, una elección, pero en las mujeres implica un rodeo
suplementario que dificulta el acceso a esa identificación. Puesto que no hay
una significación fálica en las mujeres todo el cuerpo suple el falo faltante,
es decir que el cuerpo mismo toma el valor fálico1.
El problema de la imagen surge cuando no se constituye bien
el cuerpo como falo, cuando en esa construcción narcisista de las mujeres ni
siquiera se logra constituir la imagen fálica. Entonces lo que viene a suplir
ahí no es el síntoma, sino una nominación imaginaria, es decir un recurso a la
imagen misma del cuerpo como lo que vendría a nombrar ese significante que no
existe.
Entonces dentro del narcisismo descrito hay una relación de
la mujer con su propia imagen, con el espejo, que aparece como algo que evoca
un cierre, una completitud fálica. Puede ser ese intento de capturar ese Otro
que le presentifica su propio cuerpo; por eso una mujer puede quedar capturada
por el espejo porque precisamente hay algo que escapa a la captura por la
imagen especular.
En cuanto a lo bello Lacan no se restringe a lo narcisístico
solamente, obviamente sí hay algo de la imagen del cuerpo que tiene que ver con
lo bello, pero no necesariamente tiene que referirse al narcisismo. Dentro de
la dimensión de lo imaginario, lo bello se reconoce en el punto de afrontar
algo relacionado con la muerte: donde hay cierta relación con lo real a través
de lo imaginario pero apuntando al más allá. Desde esta perspectiva es que se
puede leer la belleza en el caso de la anorexia, y no desde un punto netamente
narcisístico.
El goce:
El goce que se obtiene de una mujer, cuando el hombre goza
de ella, la divide a ella, y de tal división surge una soledad que se concilia
con la ausencia de la relación sexual. Esta división no es la del sujeto, mas
bien es la división del La que hace lugar a un goce propiamente
femenino. Ya que esta soledad surge de la relación con el hombre, es decir
cuando él goza de ella, le sirve de relevo, por eso la relación con el falo no
está eliminada:
Por lo tanto “el Hombre sirve de relevo para que la mujer se
convierta en ese Otro para sí misma, como lo es para él”.2 De este
modo es posible que ella alcance ese punto de soledad más allá del falo que
podría homologarse a ese agujero que hay en el Otro.
Es un goce que no puede ser puesto del todo en palabras, es
un secreto que no puede ser revelado, por que vehiculiza un imposible de decir
que deja su marca en el campo de los dichos, o da lugar al pasaje al acto, como
sucede en la anorexia.
Entonces el goce femenino es el que impide que una mujer sea
toda para un hombre, mas bien la hace no-toda suya, ya que si no hay La mujer,
no hay una que pueda ser toda para él.
Para Lacan el Otro sexo es el femenino, y lo femenino es
radicalmente Otro, el impacto de esa “Otredad” se traduce en que ella pueda
representar algún peligro para él. Lacan no resalta la carencia fálica en las
mujeres, por el contrario lo que resalta es lo que hay de suplementario en
ellas como goce, ya que están habitadas por un goce en más. Es decir que Lacan
marca un más de goce en el lugar del menos fálico de Freud. Además que la
posición femenina, en todo caso, es más libre en relación con el tener, en
cambio el hombre lucha por el tener y teme la posibilidad de perder, cosa que
no sucede en la mujer.
Puesto que la mujer es Otro, que se traduce en Otra para si
misma, puede haber un desconocimiento, como una partición que quedaría ubicada
del lado femenino, y del lado masculino estaría la división subjetiva. Es en
este sentido que la mujer es Otra par si misma, es una división entre lo que
reinscribe de la mujer en relación a la función fálica, y lo que se inscribe en
relación con el significante del Otro barrado:
Figura. VII: Extraída del libro: Anorexia – Bulimia. “Lo
Femenino según Lacan”. Ventoso, Juan.
La mujer se convierte en Otro por el relevo que es el
hombre, ya que en la medida en que ella es Otra para él, es que puede ser Otra
para sí misma.
Por otra parte hay un acercamiento entre el síntoma y lo
femenino, es en el síntoma donde está soportado el Otro sexo.3 Es lo
femenino como ese agujero real del sexo que ex–siste al orden falo–castración,
lo que empuja a la formación del síntoma; que es una suplencia de ese agujero
real del sexo.
En las mujeres es el propio cuerpo la sede de la
inexistencia del significante de La mujer, se hace presente en el propio cuerpo
ese agujero real del sexo, de ahí que surge el rechazo al cuerpo en la
histeria, hay un rechazo de la feminidad corporal. Entonces se pueden pensar
distintas modalidades del rechazo del cuerpo. (la angustia en las mujeres puede
no ser angustia de castración, “la angustia es la sensación de reducirse al
propio cuerpo)” 4
Una respuesta posible de rechazo del cuerpo es el recurso a
la angustia, en el punto en el que hacerse puro cuerpo sería una forma de
mismarse en el Otro; ser puro cuerpo imposibilitando una distancia entre el
cuerpo y Otra cosa, respecto de la cual el cuerpo seria Otro: en esa Otra cosa
podemos ubicar el síntoma (Ventoso, 2003).
Cuando la nominación proviene del cuerpo, cuando la posición
del sujeto se determina en nombre del cuerpo, se produce el efecto de lo bello,
“da en el blanco con la muerte”, al glorificar el cuerpo mortificado, hace
descender el deseo al registro de la pulsión de muerte.
Esta operación se encuentra en la clínica de las anorexias,
donde el deseo desciende al registro de la pulsión de muerte en nombre del
cuerpo.5
El nombrarse a partir del cuerpo aparece en la anorexia, el
deseo que es deseo de nada, es también deseo de muerte, se transforma en una
realización de la pulsión de muerte, de ahí que se puede decir que en la
anorexia la feminidad se sintomatiza vía el rechazo del cuerpo.
Daniela
Ruesgas y Delia Solíz
Universidad
Católica Boliviana
Notas
1 Lacan, J. La significación del falo. El
Seminario CD
2 Lacan, J. Ideas Directivas para un
Congreso sobre Sexualidad Femenina. El Seminario CD.
3 Lacan, J. Seminario 23. El
Seminario. CD
4 Lacan, J. Seminario 10. El
Seminario .CD
3 Lacan, J. Seminario 23. El
Seminario. CD
4 Lacan, J. Seminario 10. El
Seminario .CD
5 Lacan, J. Seminario 21: Les non dupes
errent. El Seminario. CD.
REFERENCIAS
Aflafo, A. et
al. (1989) La envoltura formal del Síntoma. Argentina. Manantial.
Bravo Rodríguez,
M. Anorexia nerviosa: características y síntomas. Hospital Infantil Docente
"Pedro Borras Astorga" El Vedado, Ciudad de La Habana, Cuba.
Botto, S.
(2002). Mujeres toxicómanas. ¿Mujeres anoréxicas, hombres toxicómanos? (pp
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