J. Lacan, Seminario VII: LA ETICA del PSICOANÁLISIS
“Amarás al prójimo como a ti mismo”
–principio analizado ampliamente por Lacan en este seminario- ¿podría ser uno
de los nombres de la “crisis” actual? “Crisis” que no es sino corrupción,
expolio, estrago. Esta cuestión, entre otras, hace de absoluta actualidad el
estudio de este seminario. Psicoanálisis, una cura distante de la sugestión, el
consejo, el adormecimiento místico, el maternage o paternalismo, la invitación
al consumo – de medicamentos- y los apaños de psicologías y terapias varias.
Una clínica respetuosa de la autonomía de cada subjetividad.
Psicoanálisis, una escucha para
acompañar el reconocimiento y acto que conduzca hacia el propio deseo. No una moral.Una ÉTICA.
LA ETICA del
PSICOANÁLISIS
La ética del psicoanálisis se desarrolla en un
cambio de década con algunos acontecimientos que me parece interesante recordar
para ubicarnos en el tiempo. El momento histórico al que Lacan va a referirse.
En 1959, empieza la última guerra de Vietnam. Franco inaugura El Valle de los
Caídos, mientras se funda ETA como escisión del nacionalismo vasco y Fidel
Castro hace la revolución cubana. Mientras, Walt Disney estrena La bella
durmiente, Asterix aparece en una revista por primera vez y Severo Ochoa gana
el Nobel de medicina, por descubrir el desciframiento de las claves genéticas.
En enero de 1960, muere Camus. Kennedy ganará las elecciones. Se inicia así una
década que estará caracterizada por una enorme tensión en la llamada “Guerra
Fría”, década de los movimientos contra la guerra de Vietnam y que va a
contener hacia el 68 la Primavera de Praga, y los movimientos estudiantiles en
Paris. Década que algunos llaman de África, debido a la cantidad de países que
se liberan del colonialismo. Mientras, también en 1960, Visconti estrena Rocco
y sus Hermanos y Hitchcock, Psicosis; Elvis, luego de su experiencia militar
canta Love me tender y dos chicos de Liverpool llamados John y Paul se conocen
y empiezan a tocar y componer juntos. En 1960, Lacan dicta este seminario y en
septiembre escribe dos textos que hoy están en sus Escritos: - Propuestas
Directivas para un congreso de sexualidad femenina y - Subversión del Sujeto y
dialéctica del deseo en las estructuras freudianas Es en el año en
que Henry Ey, un psiquiatra –y en los tiempos psiquiatrizantes que vivimos,
vale la pena recordarlo- organiza el Coloquio de Bonneval(1). Su objetivo es
trabajar sobre la condición del inconsciente freudiano, para ello invita a
filósofos y a psicoanalistas a compartir sus pensamientos con los psiquiatras
del momento. Explícitamente queda excluida la psicología, como nos lo recuerda
Elisabeth Roudinesco en el segundo tomo de La batalla de los cien años. Lacan
presenta en Bonneval su texto Posición del Inconsciente -también del sesenta-
que no se publicará hasta el 66. Si bien Henry Ey esperaba que el psicoanálisis
fuese escuchado en el medio psiquiátrico, lo que ocurre en Bonneval es que el
triunfo del pensamiento psicoanalítico es aplastante en detrimento del saber
médico. Por otra parte, en Trieste, la antipsiquiatría ya había comenzado a dar
sus primeros pasos y en 1961 Basaglia asumirá la dirección del psiquiátrico de
Venecia, camino que lo llevará a Trieste en donde dirigirá para su clausura el
loquero entre 1971 y 1979. Se lo va a considerar el primer psiquiatra sin
manicomio. Finalmente, Faucault publica en 1961, su tesis doctoral, Historia de
la locura. Esta conjunción fecunda que se inició en los sesenta del siglo
pasado, promueve una nueva manera de pensar la cura del sufrimiento humano y
uno de sus efectos es que la psiquiatría quedará relegada algunos años –cito
textualmente a Roudinesco- “hasta su renacimiento triunfante y desalmanizado,
logrado únicamente por la farmacología”… Y en estas andamos. Me parecía
importante ubicar lo fecundo de la creación de esa época dado que estamos aún y
por no sabemos cuánto más en estos tiempos sin alma. Momento oportuno para una
nueva lectura de lo que Lacan escribió entonces. Me detendré sólo en los de
esta primera clase. Habríamos de decir que los de Freud y Aristóteles son
imprescindibles antes de abordar este seminario, o mientras. A los otros
autores se podrá ir o no según el interés y la curiosidad intelectual de cada
lector. En este primer seminario tenemos de Freud, Tótem y Tabú, Malestar en la
Cultura y el capítulo de los Sueños de Introducción al Psicoanálisis. De
entrada Aristóteles, La ética para Nicómaco, el tema del soberano bien se
inaugura aquí y recorrerá la historia de la filosofía. Se cita a sí mismo,
Ideas directivas para un Congreso sobre la Sexualidad Femenina. Podemos
ahorrarnos años y ediciones de los libros porque son todos fácilmente ubicables
y supuestamente en la biblioteca de cada uno de los participantes a este
encuentro con La Ética. 3 Termino este punto comentando que mencionará la época
de Ibsen –si leemos con atención- para reflexionar, luego, sobre el pensamiento
de Jeremy Bentham, filósofo inglés del XIX, en que nos detendremos. Primer
encuentro, 18-11-59 Nuestro Programa No es usual en la enseñanza de Lacan que
hable de programas. Esta vez no solo lo hace sino que efectivamente hay un
programa. Porque muchas veces anuncia que va a decir o hacer algo y solo se
quedará en eso, un anuncio y para luego dejar que el propio discurso abra vías
y caminos. Podríamos decir que el programa plantea algunas inversiones, que me
atrevo a poner en serie: 1- Si su época vincula falta con morbidez o castigo,
Lacan hablará de lo atractivo de la falta y su función fecunda en el deseo. 2-
Si la revolución naturalista creyó en la liberación de lo sexual al punto del
libertinaje. Lacan dirá que el libertino en una búsqueda del Otro. 3- Si cierta
corriente del psicoanálisis de su tiempo se ha estado ocupando de apaciguar la
culpa y domesticar el goce, vía superyó, Lacan le va a oponer una ética basada
en “donde ello era yo ha de advenir”. Aclarando que el verdadero deber del
analizante es ir contra el imperativo superyoico obsceno y feroz. 4- Señala
tres ideales psicoanalíticos de la época, para oponerse a cada uno de ellos. -
A la genitalización del deseo, la sexualidad femenina para dar cuenta de que no
se trata de eso. - Al ideal de autenticidad y armonía como producto acabado, le
responde con el desinterés por lo acabado, planteando que la cura psicoanalítica
es una práctica de abrir vías y caminos. - Y al ideal de la no dependencia, que
lleva a una profilaxis. Le opone el trauma y su persistencia. 5- La última
inversión es cuando en el tercer punto del capítulo, opone a la búsqueda de la
felicidad, el deseo de deseo. Este modo puntuado de resumir el primer capítulo,
sugiere que estas inversiones son una invitación a pensar nuestra práctica de
otra manera. En todo caso dejará los ideales y buenas intenciones del lado de
la moral, para desarrollar un programa hacia lo ético. 1- Henry Ey, “El
inconsciente” (Coloquio de Bonneval). Ed. Siglo XXI, México 1970. 4 El texto
Lacan asegura que se introduce en este tema con vacilación y temor, lo hace en
continuidad con el seminario, “El deseo y su interpretación”, para poner de
relieve lo que Freud nos enseña tanto de manera general como particular. Ubica,
en primer lugar, la contemporaneidad: La experiencia del Psicoanálisis es
altamente significativa de un cierto momento del hombre que es aquél en el cual
nosotros vivimos… ubicar la obra en la cual estamos sumergidos, la obra
colectiva, el momento histórico. Y seguidamente la cuestión de lo particular,
la clínica: …esta experiencia particular que es nuestro trabajo de todos los
días, a saber, la manera a la cual vamos a responder a lo que llamamos una demanda del enfermo, una demanda a la que
nuestra respuesta da la articulación exacta… para no dejar que se adultere el
sentido profundamente inconsciente de esa demanda. Comienza poniendo el acento
en lo social en primer lugar, ubicando en Totem y Tabú ese social que se
construye. Luego, lo clínico, y no cualquier elemento de la práctica sino el
momento de la demanda. Esa manera en que nos ha enseñado a no responderla para
no adulterar cierta verdad inconsciente que esta demanda ignora a la vez que
despliega. Allí mismo, en la posición ante la demanda, señala la posición ética
del psicoanálisis, una posición que permita al sujeto desplegar su
inconsciente. Esta posición ética dista de moral, culpa y castigo que deja del
lado de las religiones, cito textualmente porque me parece de absoluta
actualidad: Resulta a veces singular ver… no se qué vértigo invade, ante lo que
les ofrece nuestra experiencia, a quienes se ocupan de la reflexión moral en
los medios religiosos. Es llamativo observar como ceden algo así como la
tentación de un optimismo que parece excesivo hasta cómico, al pensar que una
reducción de la morbidez podría conducir a una especie de volatilización de la
falta. Si señalo la actualidad de este tema es por la abundancia de terapias y
psicoterapias, que entre concejos conductuales, energéticas, místicas y
creencias varias, apuntan a la veloz desaparición sintomática envuelta en
cierto discurso de pertenencia a la hermandad humana y cósmica o sea… la
volatilización de la falta. En este primer punto del capítulo Lacan va a
distinguir esta falta estructurante de aquella que en la religión llama al
castigo, a la vez que las vincula. Y se pregunta retóricamente si esta falta no
es aquella que Freud ubica como causa, de la construcción de la cultura: el
asesinato del padre; concepto que lo llevará a definir la pulsión de muerte, en
la segunda época de su producción teórica Lo mismo que en el origen es
construcción, será en una segunda vuelta de 5 reflexión teórica, destrucción,
estrago, goce. Entre estos dos conceptos una temible dialéctica, dice Lacan, y
repito: “temible”. Y podemos retener el adjetivo para retomarlo más adelante.
Así, en el territorio de la moral, culpa, castigo, obligación, donde el
psicoanálisis señaló un más allá del sentimiento de obligación, la
omnipresencia del sentimiento de culpa. Y llama “facies” a estas caras de la
experiencia moral. Y según la RAE, facies no solo significa “aspecto”, sino que
a nivel médico es: “Aspecto característico que presentan generalmente las
facciones del enfermo próximo a la agonía”. Lacan aclara que es así como
debemos llamar a estas cuestiones; vinculando moral, culpa y castigo, con
pulsión de muerte. Es decir con posición de goce. Y como psicoanalistas estamos
referidos, remitidos por nuestra experiencia clínica a saber de esta posición.
Más allá de estas facies, la función del deseo en la obra de Freud donde la
dimensión moral arraiga en el deseo mismo y es de la misma energía del deseo de
donde se desprenderá en último término, la censura. Ubicada la cuestión del
goce y el deseo pasa a un breve recorrido filosófico por el siglo XVIII con sus
libertinos que prueban el fracaso de la liberación naturalista. Este hombre del
goce que suponía un desafío a lo divino: Dios como autor de la naturaleza, es
conminado a dar cuenta de las anomalías más extremas cuya exigencia nos
proponen el marqués de Sade, Mirabeau, Diderot…..Quien se somete a esta ordalía
vuelve a encontrar… el Otro ante el cual esa ordalía se presenta, el Juez a fin
de cuentas de la misma. De la perversión del libertino recogida por la
literatura de su época, pasa al perverso polimorfo freudiano y a lo que produjo
una mala lectura de esta cuestión. Al menos una lectura que Lacan critica, la
de los postfreudianos que terminan planteando una suerte de moralismo más
comprensivo, donde el psicoanálisis parecía tener como fin, el apaciguar la
culpa. Así, la cura analítica pudo ser transformarse en cierto intento de
domesticación del goce perverso. Para señalar lo erróneo de esta posición, nos
vuelve a remitir a la cuestión del deseo, trabajada en el Seminario VI,
retomando el concepto de objeto parcial, en torno al cual gira toda la cuestión
del deseo y su diversidad, lo que ha permitido a nuestra experiencia hacer el catálogo
de las tendencias humanas. Para profundizar en esta cuestión, nos anuncia que
lo hará a través de Aristóteles hablando de la ética por fuera del campo de la
moral, en lo que Lacan califica como la obra más elaborada sobre este tema, La
ética a Nicómaco. Introduce este texto para detenerse en los deseos sexuales
que son aquellos que Aristóteles señala por fuera de una moral y que califica
de anomalías mostruosas o bestialismo, de ahí su interés para nosotros. Y
subraya que el solo hecho de reconocer que la moral actual sea aristotélica, da
al psicoanálisis su carácter subversivo e incomprensible. Deja este tema
simplemente puntuado. Sabemos que lo retomará.Comienza el segundo punto
recordando que Totem y Tabú da lugar a la génesis del superyó, lo que lejos de
ser una socio génesis o una psicogénesis, 6 queda atada a la dimensión
significante y la ley del discurso. Lo que hace surgir la pertinencia de
diferenciar cultura de sociedad. Para dar cuenta de estas cuestiones nos remite
a Malestar en la cultura (1922) escrito que define como esencial en la
producción freudiana para nosotros analistas. Este texto le sirve a lacan para
insistir en que lo moral no se limita a las funciones superyoicas. Y recuerda
que él calificó a esta instancia como obscena y feroz. De lo que se trata en
psicoanálisis es lo que llama el ascetismo freudiano: Wo es War, soll ich
werden (donde ello era, yo –je- ha de advenir, aunque aquí no está traducido)
Importante señalamiento clínico sigue a esta introducción del axioma freudiano,
que Lacan coloca en el mismo momento de entrada en el análisis, cuando el
futuro analizante -ese “je”- se interroga, no solo es interrogado, sobre lo que
quiere. ¿Avanzará sobre lo que quiere o se mantendrá en las exigencias
superyoicas productoras del mismo malestar? Lacan dice: … imperativos a menudo
extraños, paradójicos, crueles…¿Debe o no debe someterse al superyó?... ¿Su
verdadero deber… no es ir contra ese imperativo? Pasa así a preguntarse y
preguntarnos sobre el deber de nosotros analistas. Vamos a comprender, alojar
respondiendo a la demanda de no sufrir. Y resume una respuesta en lo que llama
los tres ideales analíticos: - El amor humano - La autenticidad - Profilaxis de
la dependencia. Evidentemente, a nosotros postlacanianos desde hace muchos años,
ya no estamos en 1959, esta sencilla enumeración nos despierta una sonrisa,
algunos podrán considerarse más allá de cualquiera de estos ideales. Con el
tercero de estos ideales, abre al campo de la educación y la tendencia
ortopédica, de la que estamos rodeados en las terapias actuales y Lacan
advierte especialmente de este riesgo a los analistas que trabajan con niños.
Vuelve a concluir con una referencia de la Ética a Nicómaco, donde Aristóteles
hace un juego de palabras entre éthos y êthos, costumbre y carácter distintivo
respectivamente, para asegurar que la ética de Aristóteles es una ética del
carácter, formación del carácter, dinámica de los hábitos. Una educación.
Iniciamos así el tercer y último punto de esta presentación programática con una
distinción entre el objeto de Aristóteles, el Soberano Bien (ambos con
mayúsculas) y el tema en Freud: el placer. Se pregunta Lacan si esta cuestión
es o no la misma en cada uno de los procesos, primario y secundario y 7 comenta
que es imposible avanzar en esta reflexión si no se hacen servir sus propios
conceptos de simbólico, imaginario y real (aún escrito con minúscula). La
cuestión ética … se articula a partir de una orientación de la ubicación del
hombre en relación con lo real. Para pensar esta cuestión sugiere un camino,
reflexionar sobre lo que ha pasado en el intervalo entre Aristóteles y Freud. Y
ante el susto de imaginar que vamos a estudiar toda la historia de la filosofía
ocurre algo sorprendente, Lacan inicia el estudio de este intervalo en el S
XIX. Nos ha hablado de la moral libertina del XVIII y ahora introducirá a
Hegel, porque hace caer al amo que ha regido desde la teorización aristotélica
hasta el S XIX. Cae el amo a la categoría de el gran chorlito, el cornudo
magnífico de la evolución histórica, pasando la virtud del progreso por las
vías del vencido, es decir del esclavo y de su trabajo. Un toque por Hegel para
introducir a Bentham, con su teoría utilitarista que no apunta solamente a la
repartición de los bienes del mercado, sino a separar los conceptos de
ficticius y real. Jeremy Bentham nació en 1748 y murió en Londres en 1832. Sus
obras más importantes son Introducción a los principios de moral y legislación,
de 1789 y Teoría de las penas y las recompensas, 1818. Sostiene que el acto
humano o cualquiera de sus producciones sociales han de ser evaluados según el
placer o el sufrimiento que deparen; único modo de definir su utilidad.
Fundamentando así una nueva ética basada en el disfrute de la vida y no en el
sufrimiento o el sacrificio. Para Bentham bien y felicidad son lo mismo y dado
que es un jurista; sostiene que la función de todo buen gobierno será promover
la felicidad y evitar el dolor, lo que lo lleva a concluir que lo social debe
basarse en "el interés de la auténtica ciencia y del progreso del
liberalismo". Inventa en el libro Teoría de las penas… el Panóptico. En
principio se trata de una cárcel para triturar picaros en honestos y ociosos en
industriosos. Propone la construcción de edificios con fines represivos donde
los presos pueden ser observados desde todo ángulo y todo el tiempo sin que lo
sepan. Este “ojo vigilante” podría ser aplicado también a escuelas y fabricas,
con fines no solo represivos sino productivos y en cualquier espacio donde se
requiera el control y la pan observación. Foucault; para quien Bentham es el
continuador de Rousseau en su sueño de una sociedad límpida, visible y legible;
ha analizado el Panóptico en su libro Vigilar y Castigar. Marx, un
contemporáneo, critica a Bentham severamente. Lo acusa de oráculo seco, pedante
y charlatán; exponente del modelo burgués del XIX. Por último indicar que el
autor en que he basado esta lectura, D. A. Fucks, encabeza el artículo que
lleva por nombre “Lo Real; Lo Real, lo Real”, con una 8 idea de Nietzsche que
dice: El hombre no tiende a la felicidad, solo el inglés hace eso. Volvemos a
Lacan –luego del toque nietzscheano- para recordar que propone una nueva
lectura de Bentham, donde le interesa una cuestión dejada de lado en los
análisis que se han hecho de este autor; del que señala que ha producido una
revolución en el concepto de real distinguido de ficción. Colocando, a
diferencia de Aristóteles, el placer del lado de lo real y a la verdad
estructurada como una ficción. Lo ficticio; en efecto, no es por esencia lo
engañoso, sino hablando estrictamente lo que llamamos lo simbólico. Para Freud
el placer está del lado de lo simbólico, de lo ficticio. Según Lacan, Bentham
encadena el placer a lo real y esto es lo que interesa. El punto de
coincidencia es el del fin. A Freud no se le escapa que la felicidad es lo
que debe ser propuesto como termino de toda búsqueda, por ética que ella sea.
Solo que en ninguna parte hay algo preparado para que esa felicidad sea llevada
a cabo y esta es la lectura que Lacan hace del Malestar en la Cultura. Es más,
el humano no tiene una relación univoca con su anhelo: lo rechaza, lo censura,
no lo quiere. Volvemos a encontrar aquí la dimensión esencial del deseo,
siempre deseo en grado segundo, deseo de deseo. Y concluye el capítulo primero
con una referencia a la clínica, será en el terreno de las perversiones, con el
estudio del masoquismo donde podremos abundar en la cuestión de la estructura
del deseo.
Texto corregido y editado por las la Lic. Diana S. Gurny
Barcelona 17 de
Diciembre 2012
Seminario Umbral “El psicoanálisis y sus psicoanalista
Laura Kaitt
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