Hijos tiranos, padres rehenes, un juego
en el que todos pierden
"El síndrome de Dorian Gray es uno de los fenómenos de
nuestros tiempos, padres y madres que borran diferencias entre ellos y sus
hijos pensando que eso acerca lazos", dice el licenciado Alejandro
Schujman. Nada más lejos. Una invitación a reflexionar juntas y algunos
consejos que siempre vienen bien.
No es lo que parece. No es un niño que disfruta y saca
tajada de la debilidad de su madre cuando en una juguetería la arrincona contra
las cuerdas de un juguete mucho más caro del que podría comprarle, y bajo la
amenaza de la vergüenza en público se lleva el trofeo entre manos. No disfruta
ese niño, no...
No disfruta tampoco el muchacho que ante el desconcierto y
el desacuerdo de sus padres los pone en jaque con un barullo de ideas,
contradicciones y presiones que le permiten birlar un permiso bajo la suplica
del "todos van", argumento que hace sentir a sus padres señores despóticos que dejan a
su hijo sumido en la tristeza de ser el "único" que queda en casa,
solo y triste mientras sus amigos se divierten.
No la pasa bien tampoco el pequeño que somete a sus padres a
un boletín de calificaciones espantoso como agradecimiento a un interés
excesivo por su rendimiento escolar, ejerciendo así la "tiranía desde la libreta de
calificaciones". "¿Quieren un abanderado? Pues bien, ¡les
regalo el peor de la clase!"
"En contextos profesionales, el Síndrome del Emperador
recibe el nombre de Trastorno de oposición desafiante (TOD).
Para conseguir sus propósitos, gritan, amenazan y agreden
física y Psicológicamente a sus padres. Se podría decir que su nivel madurativo
en el ámbito de la empatía (esa capacidad para ponerse en la piel de la otra
persona) está subdesarrollado. Por esta razón "parece que no sean capaces de
experimentar sentimientos como el amor, la culpa, el perdón o la compasión".Establecen pautas conductuales e interpersonales para
privilegiar sus caprichos y exigencias por encima de la autoridad de sus padres
o tutores. Quien no acata los imperativos del niño es víctima de escandalosos
berrinches y hasta agresiones.
La violencia que ejercen los hijos hacia sus
progenitores, aprendiendo a controlar psicológicamente a éstos, redunda en
conseguir que obedezcan y cumplan con sus deseos".
Hijos
tiranos, padres rehenes, un juego en el que todos pierden.
Cuando los adultos no asumen su lugar desde una posición
clara, firme y desde el amor responsable, los hijos comienzan a intentar
distintos tipos de reclamos en pos de obtener lo que de sus padres necesitan.
Cuando esto no resulta, y a partir de la combinación de distintos factores, el
vínculo se desnaturaliza y la violencia se apodera de la escena:
Hijos tiranos, padres sometidos; pero hijos también sometidos
a su propia tiranía que los toma de rehenes a ellos mismos.
El juego del sinsentido, el juego del
disparate, el juego de padres e hijos que pelean como perro y gato. Y se
olvidan de quererse, de cuidarse, de ser padres, de ser hijos...
Estamos en presencia de padres que han sido hijos temerosos
y que en el esfuerzo de que
sus hijos no sufran sus propios padeceres se pasan al extremo de la
híper-Permisividad.Error. Los límites alivian. No son ni deben ser penitencias,
castigos, revanchas, ni nada que se instrumente desde lo punitivo, son medidas
de cuidado.
Y la sobreprotección genera una dependencia y una modalidad
de vínculo que a veces suele ser riesgosa.
Los chicos saben, saben mucho más de lo que los adultos nos
damos cuenta. Y están a la espera muchas veces de que tomemos decisiones que
intuitivamente entienden que son para su bien.
Claves para generar antídotos contra
vínculos tiranos
* No taponemos las emociones de nuestros hijos con nuestra
angustia, con nuestra bronca, con nuestros miedos. Dejarlos crecer,
acompañarlos en el pasaje de lo endogámico (dentro de la familia) hacia el
afuera es un proceso que inevitablemente asusta. Vivimos en un mundo hostil y
áspero, pero no por eso debemos retener a nuestros hijos bajo el amparo de la
"seguridad del hogar" más que lo que el sentido común indique.
Abramos las puertas necesarias para que salgan al mundo adulto de pie y con la
mejor caja de herramientas que podamos darles.
* No seamos como padres "cancheritos arrepentidos"
(como decía el querido Hugo Midon), que decimos NO para después decir SI.
* Mantengamos el eje a la hora de poner límites, pensemos a
estos como "el equilibrio entre la firmeza y el afecto". Los gritos
son siempre la impotencia del no saber qué hacer. Un pacientito me contaba que
su madre le gritaba mucho, al preguntarle yo qué le decía me contestó "¡No
sé..., grita, no la entiendo... Es ruido!".
* No tiremos por tierra rápidamente aquello que enunciamos,
aquellas medidas de cuidado que implementamos si es que creemos que son las
adecuadas para acompañar los procesos de nuestros hijos. Si tenemos dudas,
recordemos que no somos ni bomberos ni obstetras, tenemos tiempo de pensar
antes de actuar.
* No cedamos a la tentación de tapar los conflictos
inmediatamente: es siempre pan para hoy y hambre para mañana. Recordemos
que la construcción de un umbral de frustración sólido es esencial a la hora de
salir al mundo adulto. Permitamos que nuestros hijos tengan hoy sus chichones
para evitar "fracturas expuestas" el día de mañana.
* Ante lo difícil de entender a los hijos de la post
modernidad, no perdamos de vista la asimetría esencial para el vínculo.
Límites y
asimetría
El síndrome de Dorian Gray es uno de los fenómenos de
nuestros tiempos, padres y madres que borran diferencias entre ellos y sus
hijos pensando que eso acerca lazos... Comprar ropa en el mismo negocio, tomar
lugar en la ronda de amigos que hacen la previa para ir a bailar, intentar
congraciarse desde chistes típicamente adolescentes.... Nada más lejos de
acercarlos: ¡todo lo contrario! Abochorna a los hijos y nos ubica como padres
en un lugar de difícil retorno.
* No anticipemos el deseo de nuestros hijos. Recordemos que la
"voracidad de los padres genera la inapetencia de los chicos". El
nene no me come, no me estudia, no me aprende, son maneras de auto-referenciar
cada acto de nuestros hijos y anular la iniciativa.
Les aseguro que la llave que libera las cadenas de esta
condición de rehenes, en la que nos hallamos a menudo respecto de nuestros
hijos, está, como la mayoría de las cosas que tienen que ver con ellos cuando
son pequeños, en alguno de nuestros bolsillos. Los invito a una búsqueda tan
necesaria como posible.
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NO, porque lo digo YO!!!!!!!! |
Por nuestro bien, por el de ellos, ni
tiranos ni rehenes, ni perros y gatos, solo padres e hijos, ni más ni menos.
Que de eso se trata...
Fuente: Lic.
Alejandro Schujman autor de "Es NO porque YO lo digo., Padres rehenes de
hijos tiranos", editorial Lumen.
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