Frase de Hebert Marcuse,
atribuida a Ernesto “Che” Guevara
En una tormenta en pleno océano, el pesimista reza para salvarse; el optimista espera a que amaine el temporal; el realista ajusta las velas.
Seamos realistas, pidamos lo imposible!
Vivimos inmersos en una cultura que se contradice.
Por una parte, gran parte de lo que nos llega de los medios de comunicación y de las altas esferas políticas son mensajes anclados en el pesimismo: frases como “con los tiempos que corren”, “tal y como van las cosas” o “en esta época de crisis que nos ha tocado vivir”# Covid 19.
Estás palabras han sido pronunciadas hasta la saciedad.
Sin embargo, hay otra esfera que nos empuja al optimismo y que incluso puede generar un sentimiento de culpabilidad en la persona que no consigue crear esa actitud en ella misma: en ese ámbito caben algunos libros de autoayuda o los consejos de personas que no respetan nuestro proceso de aprendizaje vital.
El optimismo por bandera ¿La mejor elección?
“Alegra esa cara, hombre, ¡sé optimista!”, “por encima de todo, el optimismo”… éstas son algunas de las cantinelas que escuchamos y que pueden conseguir incluso que prefiramos vivir en el pesimismo, que nos resulta más cómodo por ser más conocido.
El pesimismo anula toda nuestra visión de futuro, porque nos ancla en el estado presente y nos focaliza en la queja;
El optimismo, aunque parezca increíble, también nos mantiene en una actitud de inactividad, porque alimenta la creencia de que las cosas cambiarán por ellas mismas, sin ningún esfuerzo por nuestra parte.
Instálate en el término medio: el realismo
Yo te quiero presentar el sano término medio que, además, resulta el más útil y generativo: el realismo.
Cuando eres realista tomas conciencia de tu ser en el momento presente: te ves, te escuchas y te sientes a ti mismo en el aquí y ahora.
Siendo realista puedes reconocer los recursos con los que cuentas y aquellos que te conviene adquirir o desarrollar para avanzar en tu camino y conseguir tu objetivo, sea cual sea.
Además, adoptando una actitud realista puedes hacer un análisis del trayecto recorrido y prever y desmenuzar los pasos que te quedan por delante.
El realismo, así pues, genera en ti un estado de capacidad, fuerza, conciencia y responsabilidad, una actitud que te empodera y que te permite generar cambios, crear riqueza y adaptarte al medio para poder fluir e influir en él.
Una vez alguien me dijo que creer que podía trabajar y vivir de lo que le apasionaba no era posible. Ésa era una actitud pesimista: se estaba frenando, impidiéndose a sí mismo experimentar.
Sé realista y opta a lo imposible
La actitud optimista habría sido pensar que era posible realizar su sueño, pero sin mover un dedo para hacerlo realidad. Lo realista es ver el cuadro tal y como es: estás tú, el mundo, tus recursos y tu camino recorrido.
Una vez haces recuento de las pinturas, de los pinceles y de los lienzos con los que cuentas, es cuando puedes continuar tu obra.
Porque cuando somos realistas es cuando podemos, realmente, optar a lo que en un principio parecía imposible.
La magia solamente sucede cuando tomamos conciencia de nuestro estado presente y nos marcamos objetivos, creyendo realmente que somos capaces y que merecemos tener éxito.
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