Los gadgets
(computadoras, Ipods, videojuegos, teléfonos celulares, etc.) influyen y
modifican las relaciones entre las personas y crean nuevas modalidades de
vivir, de amar, de gozar y de sufrir desde que se han vuelto extensiones del
propio cuerpo. Son los nuevos objetos de deseo que dan una sensación de poder y
de control sobre sí mismos y sobre los otros, creyendo que se rompe a
través de ellos lo imprevisible. Sin embargo, a través del uso disparatado de
éstos se pueden jugar hasta los prestigios lastimándolos permanentemente
mediante el ciberbulling. Son nuevas formas de violencia. Se engendra una
dependencia hacia los objetos a la vez que quedan Erotizados.
Se ha instaurado un mundo privado y hasta secreto, donde los
adultos tienen poco acceso. Los jóvenes son parte de una nueva carne, que se
grava también a través de los tatuajes y el piercing, tal vez como una manera
de preservar la identidad subjetiva o la necesidad de explorar nuevos límites
en el cuerpo, de ir un poco más allá. Freud, en sus “Tres ensayos de teoría
sexual” (1905) revela cómo la piel es fuente de excitaciones placenteras y
dolorosas tornándose en una zona erógena.
La siguiente interrogante que quiero plantearles: ¿Cómo se
juegan los ideales sociales en los adolescentes?
Los chicos buscan gozar un poco más a través de las drogas y
el abuso del alcohol, es transgresión aunada a la declinación de la ley
paterna. Igualmente los adultos buscamos huir del dolor y también transformamos
nuestras carnes mediante la aplicación de cirugías estéticas en busca de la
juventud eterna, que no nos haga caducar a los 35 años.
Ellos, como nosotros, no están exentos del ideal social del deber ser feliz para siempre. Escúchenlo
bien: es un deber. Así enganchan en el anhelo
desesperado por el reconocimiento social, la fama y el dinero como vías para
lograrlo. Esta búsqueda ansiosa y exaltada por el menor dolor y la mayor
felicidad, se ve desafiada por una constante falla por atraparla, lo cual hace pasar de la
euforia a la depresión. Aquello que supuestamente habría de proporcionar el
goce sólo es un espejismo que los enfrenta a su propio vacío.
La adolescencia es una época de elecciones, de
reconsideraciones de la niñez, una nueva ubicación en el mundo de su sexualidad
no organizado por las características físicas solamente. Los chicos que llegan
al consultorio se encuentran generalmente aplanados en su deseo, en una lucha contra sí mismos por
lo que fueron en la infancia y por los ideales familiares y sociales.
Usualmente no hay un pequeño espacio para sus deseos." Se encuentran abatidos por la soledad y la desesperación,
aunque virtualmente puedan estar rodeados de cientos de amigos en las redes
sociales.
Los síntomas se manifiestan de muchas maneras: Demasiado
sueño, flojera extrema, cambios de peso, abuso de drogas, impulsos suicidas,
anorexia, indiferencia, sentimientos de inferioridad, desesperanza,
transgresiones de reglas sociales, problemas académicos, irritabilidad persistente,
constantes cefaleas…"
¿Cuáles habrán sido las diversas señales de angustia, dolor
o temor que lanzaron los muchachos de los casos que les conté en un principio?
Seguramente fueron varias pero es ciertamente muy difícil para los padres o
profesores darse cuenta de ellas y otras veces simplemente no quieren saber
nada. No es raro encontrarse con
mamás que no se han percatado que el hijo ya creció y se niegan a soltarlo de a
poco porque acaso haya la esperanza de conservarlo niño permanentemente.
Algunas madres lo logran ¿no? Lo notamos en aquellos hombres que teniendo
cuarenta y tantos, casados y con hijos no se desprenden de los pliegues
maternos.
Por un lado, la sociedad consumista ofrece una promesa de
felicidad si se compran tales o cuales objetos, con lo cual los muchachos (y no
solo ellos) quedan amarrados al augurio de diversión, control propio y de los
otros y ruptura de límites; por el otro lado, el gran desencuentro entre el padre y la
madre, hace decaer la estabilidad al no poder llegar a los mínimos acuerdos que
contribuyan a construir pactos con los hijos. La lucha por la vida aunada a la
búsqueda del éxito contrastan con la desesperanza por el futuro, aleja a los
padres y se cierra la comunicación con los hijos, que a su vez, prefieren
salvaguardar para sí sus dificultades y dudas.
El desafío de los padres que quieren saber acerca de sus
hijos para acompañarlos en la adolescencia es muy profundo en la actualidad,
pues con mucha frecuencia no se entienden o no se aceptan sus ideas o anhelos,
son criticados o reciben la burla de los adultos. Tampoco se entiende ni se
admite su manera de acceder a la sexualidad. ¿Cómo abrir el dialogo sin que por
eso se sientan amenazados? ¿Cómo advertirles de los peligros que los acechan
sin prohibirles que se sigan relacionando con los otros y buscando amistades o
dando lugar al amor?
Por ejemplo, hay 187 millones de sitios donde se pueden ver
cuerpos desnudos; maneras de mostrar el cuerpo propio a un extraño sin que el
pudor sea un asunto por considerar. De enviar y recibir mensajes, fotografías y
videos para alimentar relaciones en tiempo virtual, sitios generalmente
desconocidos para los padres. Creo que es necesario incursionar sin
escandalizarse por esos espacios para poder orientar mejor a los muchachos y eso
desde los más pequeños.
Encontré un pensamiento de Hebe Tizio, que es sencillo de
leer, pero su aplicación… no resulta tan simple:
“El
adolescente es un artesano que se encuentra en un momento delicado, que
necesita una posición del adulto que no exagere ni dramatice las cuestiones
pero que sepa detectar si es necesario una ayuda, un límite o un voto de
confianza que deje hacer al adolescente”.
Lic.Diana S. Gurny
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