¿Cómo se encara el tratamiento de las psicosis?
Al comienzo de la práctica clínica, las psicosis nos generan
angustia o inquietud.
Las neurosis o el tratamiento con niños parecen
acercamientos más amables para empezar.
Sin embargo, uno no puede –ni aunque se lo proponga– decidir
de antemano quién golpeará la puerta de su consultorio.
Puede que no les tengamos temor a las psicosis, pero sí nos
planteen grandes interrogantes.
En primer lugar, ¿cómo diagnosticamos una psicosis?
En segundo lugar, ¿qué tratamiento es posible?, es decir,
¿cómo podemos intervenir ante una subjetividad de estas características?
Cada nueva consulta plantea el desafío de construir con el
sujeto las razones singulares de su padecimiento.
Nuestra tarea como analistas es leer en cada caso el texto
del sujeto para reconstruir en el trabajo su lógica propia.
De la clínica a la teoría
En el psicoanálisis, la teoría viene de la clínica. Así fue
el descubrimiento de Freud. Él escuchó a sus histéricas y fue elaborando
conceptos.
Por eso, además de estudiar, es fundamental para nosotros
trabajar en la clínica.
Tal vez pase algún tiempo hasta poder unir los conceptos con
lo que escuchamos en un paciente. Es una apuesta a creer en los significantes
del psicoanálisis.
Durante algunos años, los caminos de la teoría y de la
clínica pueden parecer separados, pero no lo están.
En un momento determinado, empezamos a encontrar en el decir
del paciente o en el efecto de nuestras intervenciones lo que dice la teoría.
También la clínica nos interroga permanentemente y nos hace ir a buscar
conceptos para intervenir.
Contar con una base teórica es fundamental, pero donde más
podemos aprehender la conexión entre la teoría y la clínica es de nuestra
experiencia clínica y de la escucha de casos de otros analistas.
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